domingo, 23 de octubre de 2016

La lucha contra si mismo en el sentido más literal: La batalla de Karánsebes

     Una mala jugada de los financistas que sostienen el complejo funcionamiento del blog, impidió que por casi un año, esta ilustre asociación académica produjera nuevos informes. No obstante sus directivos no perdieron las esperanzas y semana tras semana concurrieron a los más importantes casinos de Europa y Las Vegas buscando recomponer la solvencia perdida. Una inédita frecuencia de repetición de números de la segunda docena hacen hoy posible el retorno de Bombilla Tapada al ciberespacio, desafortunadamente.


     Como es lógico esperar, el evento fue celebrado con uno de los tradicionales banquetes con que el staff del blog evoca cualquier acontecimiento, desde los más dichosos hasta los más funestos. Pescados, carnes de res y cerdo fueron ingeridas acompañadas con las más extravagantes salsas y guarniciones y obviamente regadas con los más finos tintos y blancos seleccionados por el repatriado somelier noruego, encargado de la bodega del blog. Los efectos del alcohol en conjunto con la alegría del reencuentro confluyeron en una situación de resultados mas que previsibles. Junto con la habitual dificultad para articular correctamente las palabras cuando el alcohol toma el mando, en suma con los numerosos y diferentes idiomas natales que hablan los miembros del Consejo Académico condujeron otra vez, casi al desastre. Un profesor armenio quiso pasar por el estrecho espacio que dejaban las posaderas de un catedrático bengalí y la pared. Dijo entonces, o quiso decir: "Excuse me" y el bengalí oyó, o creyó oír, "Kiss me", en clara incitación homosexual. Se desató entonces una gritería que no excluyó algunos manotazos por parte de ambos con la participación de varios ajenos que no querían perderse la batahola

      Afortunadamente llegó la calma a los pocos minutos. Entre los gritos, ambos lograron explicar lo que habían dicho (o tratado de decir) y lo que habían oído (o creído oír). Nuestro experto en Historia Aeroespacial, un venezolano moreno y de baja estatura recordó entonces una historia en donde el alcohol y los problemas idiomáticos condujeron al desastre al ejército Austro Húngaro al enfrentarse contra....el ejército Austro Húngaro. Vengan que nos vamos al territorio de la actual Rumania en el año 1788.

      Por allí en la axila de Europa, donde el continente se empieza a transformar en Asia el Imperio Otomano y el imperio Austro Húngaro chocaron durante años buscando obtener en principio el dominio del Mar Negro y de allí, la puerta a occidente para los turcos o la puerta a oriente para los europeos. Avanzaba entonces el ejército austriaco hacia la localidad de Karánsabes en la frontera de las actuales Rumania y Serbia, del lado Rumano. La avanzada del ejército imperial pretendía encontrar rastros de su contrincante turco y establecer su campamento en las afueras de la ciudad. Se reunirían un total de 100.000 hombres, un ejército nada despreciable que iría arribando por etapas. Primero los húsares, luego los infantes y más tarde y última la caballería y artillería.

      Sin dudas el trabajo más peligroso era el de los húsares dado que al llegar no sabrían con que se irían a encontrar. Por lo tanto como se hizo desde siempre y se sigue haciendo, las misiones más peligrosas se dejan en manos del personal menos valorado. El imperio Austro Húngaro había avanzado sobre territorios italianos, serbios, croatas, húngaros y rumanos entre otros y numerosa población masculina de dichos lugares había sido levada de manera compulsiva para engrosar sus ejércitos. De modo que la oficialidad era austriaca pero la mayoría de los soldados provenían de esos territorios. Es decir, los oficiales hablaban alemán pero los soldados no. Una pésima combinación.



      Para empeorarla, cuando la avanzada austriaca llegó al lugar, el 17 de septiembre de 1788, no encontró a ningún turco por ahí, pero en cambio se cruzó con un campamento gitano y una generosa provisión de barriles de aguardiente que procedieron a comprar de buen grado. Al llegar la infantería, como podrán sospechar, los húsares estaban mayormente borrachos.



      En lugar de una reprimenda, lo que los húsares recibieron de parte de los infantes fue un pedido para compartir el aguardiente, solicitud a la que los primeros se negaron con vehemencia. Los pedidos se convirtieron en reclamos y finalmente en exigencias. Gritos en húngaro, en alemán, en italiano, en rumano, empujones. Los húsares se parapetaron detrás de los barriles a modo de barricada. Hasta que a un austriaco se le ocurrió que no sería mala idea disparar al aire a ver si el estruendo calmaba los ánimos. Rápidamente comprobó que se trataba de una pésima ocurrencia.

      Sin  saber bien de donde venía el sonido, un rumano comenzó a gritar: "¡Turcii! ¡Turcii!" pretendiendo que el disparo venía de más allá de sus líneas y había sido efectuado contra ellos por un inexistente francotirador turco. Los húsares se desbandaron y lo mismo hicieron los infantes austriacos por si acaso. Los oficiales Austro Húngaros pretendieron retomar el mando de las tropas al grito de "¡Alto!¡Alto!" pero obviamente en alemán (¡Halt! ¡Halt!) lo que, para corroborar los motivos de la huida, los húsares interpretaron como ¡Alah! ¡Alah! típico grito de guerra de las tropas otomanas.

      A todo esto, la revuelta del campamento fue divisada de lejos por la caballería Austro Húngara que se acercaba al lugar. Sus oficiales no tuvieron ninguna duda: semejante desbande solo podía haber sido motivado por un sorpresivo ataque turco. Con la urgencia del caso, sable en mano y al galope, acometieron contra sus imaginarios enemigos. Ya tenemos una contienda de húsares, infantes y soldados de caballería, luchando entre sí, todos del mismo bando.



     Más tarde y debido al peso de las piezas y lo irregular del terreno, arribó al campo de la ridícula batalla un cuerpo de artillería, también Austro Húngara, quien del mismo modo interpretó que el origen de tal batahola no podía ser otro que un ataque de los infieles otomanos. Buscando hacer el mayor daño posible a sus aparentes enemigos, dispararon sus piezas sobre la caballería pretendidamente turca.


      Esto último fue demasiado para los húsares políglotas quienes creyeron estar rodeados por todos los flancos por enemigos turcos, por lo que se reagruparon como mejor permitió la multiplicidad idiomática y huyeron del campo disparando a todo lo que se movía. La retirada de los húsares provocó también la de los infantes quienes no querían quedar solos y de a pié a merced de los inexistentes turcos. Al ver que todos los soldados pedestres abandonaban la lucha, los montados hicieron lo propio al tiempo que la artillería se quedaba sin objetivos para hacer blanco.  Uno de los que observaban la absurda batalla era el mismísimo Emperador José II quien viendo que una turba de soldados sin orden ni concierto se dirigía directamente hacia su campamento, montó lo mas rápido que pudo e intentó una corta huida, interrumpida por la inoportuna presencia de un gran charco de barro que lo recibió con los brazos abiertos. Inexplicablemente para todos, el campo quedo vacío de contendientes al mismo tiempo.

Aunque habría que hacer una corrección a esto último. El campo quedó vacío de contendientes vivos. La confusa batalla contra si mismo dejó al ejército Austro Húngaro con 10.000 soldados menos para enfrentar a los turcos, cosa que ocurrió dos días mas tarde, favorecidos los enemigos por el cansancio y las bajas, quedando la ciudad de Karánsebes en manos de los otomanos, como era de esperar.





La presente nota, luego de tanto tiempo de ausencia, cierra con una advertencia de nuestro noruego somelier, debidamente traducida al castellano:

Si bebe, no discuta con infantes del ejército Austro Húngaro

Que anden bien.












domingo, 1 de noviembre de 2015

Hubiera jurado que California era para allá. La increíble historia del error de "Wrong Way" Corrigan

      Los banquetes en el ámbito del blog no son menos importantes que el trabajo académico. Hasta podría intuirse que son más importantes. Como contamos alguna vez, la enorme cocina que provee los banquetes, los refrigerios y hasta alguna infusión a deshora a los miembros del blog está a cargo de un grupo de Hermanas Dolientes de la Caridad del Noble Hospicio de Nuestra Señora de los Sacrificios del Monte Calvario de Córcega. El hospicio corso instruye a las novicias no solo en lo que respecta a religión, sacrificio y penitencia sino también al arte culinario, dicho esto sin ningún tipo de segundas lecturas. Las monjas que instruyen a las novicias no solo les enseñan a componer las comidas más suculentas sino también a elaborar los manjares más delicados. El punto exacto de cocción de una omelette, el preciso batido de un suffle o el delicado balance de los ingredientes de un macaron.

Solomillo a la Wellington
    Casi es unánime la opinión de que uno de los platos más difíciles de preparar de la cocina internacional es el Solomillo a la Wellington, consistente como su nombre lo indica en un solomillo habitualmente de cerdo, sellado y untado con foie gras, envuelto en jamón y horneado dentro de una camisa de delicado hojaldre. Cualquiera de los numerosos pasos de su elaboración que contenga errores malogra toda la preparación. Es un rumor sin confirmación, pero se comenta con bastante intensidad que más de una novicia de las Hermanas Dolientes han sido azotadas duramente durante su período de aprendizaje por un solomillo demasiado seco, demasiado crudo o un hojaldre demasiado graso. Precisamente el anuncio de que el menú del banquete de la noche incluiría como plato principal una generosa porción de solomillo a la Wellington aumentó exponencialmente el número de comensales anotados. 

      Durante el mismo se produjo, como casi siempre, una rencilla. El bibliotecario francés aduciendo un descuido, luego de comerse su generosa porción de solomillo, comenzó a ingerir la del astrónomo suizo que se sentaba a su derecha en ocasión en que este departía con un colega. El suizo al notarlo abandonó la tradicional neutralidad que su país predica e increpó duramente al francés. Éste volvió a excusarse con el pretexto del error, sosteniendo que lo entretenido de la charla era el motivo de no haber notado que estaba comiendo del plato ajeno. El suizo le respondió airadamente que su error se parecía mucho al de Douglas Corrigan y como nadie parecía saber a que demonios se refería, les contó la historia, que es la que referiremos en esta ocasión. Colóquense el casco y las antiparras que la cosa viene de aviones.

Wright Flyer
      Desde que los mitológicos Dédalo e Ícaro volaron con plumas pegadas con cera o los hermanos Montgolfier realmente se despegaron del suelo en un globo aerostático la humanidad siempre soñó no solo con volar sino con hacerlo hacia donde quisiera.  Se tuvo que esperar hasta el 17 de diciembre de 1903 para que dos fabricantes de bicicletas hicieran que un aparato de 35 kg de peso se despegara del suelo y pudiera ser controlado en dirección y altura. No vayan a creer que fue lo que hoy llamaríamos un vuelo exitoso. Si hubiera habido posibilidad de poner al lado del campo en donde Orvile y Wilbur Wright probaban su Wright Flyer un moderno Boeing 747 se hubiera visto, además de las caras de desconcierto de los concurrentes, que el avión de tela no superaba nunca ni siquiera la altura del techo del Boeing posado sobre tierra y que la longitud del vuelo ni siquiera cubría el tamaño desde la nariz hasta la cola del avión moderno.

      Pero más allá del ansia de aventuras o el lírico deseo de surcar los aires y atravesar las nubes al avión tenía interesantes posibilidades comerciales. La más evidente era la militar. Poder atacar desde los cielos al enemigo era una ventaja que nadie hasta el momento había tenido. La que requería algo más de desarrollo era la de transportes. Pero en principio, poder llevar gente a mayores distancias con menores tiempos de viaje se asomaba como un excelente negocio. Sin embargo el 17 de setiembre de 1908 mientras Orvile Wright le mostraba como se movía en el aire el avión al Teniente Thomas Selfridge, en un intento de conseguir un contrato por parte del Ejército de los Estados Unidos, el motor derecho del aparato se rompía haciendo estrellar contra el piso a sus ocupantes. Orvile se salvó (aún con varias costillas y la cadera rota) pero Selfridge no corrió la misma suerte y se convirtió en la primera víctima de un accidente aéreo de la historia (descontando a Ícaro), demostrando que aún faltaba bastante para que el avión sea un medio de transporte seguro.

Raymond Orteig
      Raymond Orteig era un inmigrante francés viviendo en Nueva York en los primeros años del siglo XX. De casualidad consiguió trabajo como portero, luego como mozo, luego como Maitre hasta que finalizó comprando el hotel Martin y rebautizándolo como Lafayette. De ahí en más, solo o en sociedad fue alquilando y luego comprando varios hoteles convirtiéndose en un próspero empresario. Para la segunda década del siglo XX le sobraba suficiente dinero de modo que, en parte por cierto gusto personal y parte por que, siendo hotelero una de sus mayores fuentes de clientes era el turismo, instituyó un premio de U$S 25.000  (unos 300.000 de hoy en día) a quien fuera capaz de unir el continente americano con el europeo por aire y sin escalas.

Charles Lindbergh
      Un piloto del correo norteamericano e ingeniero aficionado llamado Charles Lindbergh recogió el guante del desafío y en conjunto con un grupo de entusiastas del vuelo tomaron un Ryan M-2 y lo modificaron lo suficiente como para que pudiera mantenerse en el aire durante los 5.800 kilómetros que separan Nueva York de París. Voló solo, sentado en una silla de mimbre para aligerar peso, impulsado por un solo motor de 223 caballos que si hubiera decidido dejar de funcionar lo hubiese dejado con los huesos en el fondo del Océano Atlántico. A pesar de que quien lo condujo había nacido en Detroit y el avión había sido construido en California, los financistas del proyecto eran oriundos de Saint Louis, Misuri, y como el dinero manda el aparato fue bautizado Spirit of Saint Louis. Así las cosas el avión despegó el 20 de mayo de 1927 desde New York y 33 horas y 32 minutos mas tarde (mas de un día completo de vuelo en solitario) posó sus ruedas en Le Bourguet, Francia lo que convirtió a Lindbergh inmediatamente en una celebridad.

Spirit Of Saint Louis
     De cualquier modo estábamos aún lejos de poder explotar el avión como medio de transporte de pasajeros intercontinental. Cada vez que alguien se aventuraba a hacerlo se avanzaba un paso más hacia el sueño de unir América con Europa con pasajeros por aire. Uno de esos soñadores había trabajado como técnico en la construcción del Spirit of Saint Louis, se llamaba Douglas Corrigan y había nacido en Texas en 1907. Conocía mucho de aviones, obviamente, y había solicitado a las autoridades norteamericanas e inglesas el permiso para hacer el vuelo intercontinental en solitario. Ya habían pasado varios años desde la hazaña de Lindbergh y existía una oficina de aviación comercial en los Estados Unidos pero solo autorizaba vuelos dentro del país. Las condiciones que debía cumplir una aeronave para ser autorizada a volar sobre el océano eran excepcionales.

Douglas Corrigan
    Corrigan estaba empleado como mecánico de aeronaves en la recientemente abierta escuela Airtech de pilotos. Aprender a volar era el furor entre los nuevos ricos de San Diego y Corrigan utiliza su horario de almuerzo para sumar las horas necesarias para obtener su licencia. En octubre de 1929 la logra y comienza a amasar su sueño: el de emular a Lindbergh. Ya piloto trabaja como tal fundando una pequeña compañía de transporte de pasajeros en la costa este de los Estados Unidos esto le permite ahorrar lo suficiente como para comprar un monoplaza Curtiss Robin OX-5 usado. Sus conocimientos adquiridos durante la preparación del Spirit of Saint Louis le permiten modificarlo de modo que pudiera alcanzar la otra orilla del Atlántico. Sin embargo el Bureau of Air Commerce se niega sistemáticamente a autorizar el vuelo pese a que Corrigan multiplica pedidos entre 1935 y 1937 realizando modificaciones a su máquina voladora a fin de satisfacer los requerimientos de la oficina.

      Consigue sin embargo permiso para realizar un vuelo de 3.900 kilómetros entre California y New York, lo que no es poco. Llegó a New York el 16 de julio de 1938 aunque algo más tarde de lo previsto y casi todos los empleados que trabajaban en el Floyd Benett Field donde aterrizó se habían retirado a sus casas. Solo Kenneth Behr, su gerente, se encontraba allí. Corrigan le pidió recargar combustible para el viaje de vuelta a California. Behr accedió pero le sugirió que no despegara de vuelta sino hasta el amanecer. Corrigan aguantó apenas hasta la aparición de los primeros rayos de sol y a las 5:15 de la mañana del 17 de julio se dispuso a volver hacia "California". Consultó con Behr previamente acerca de que pista podía usar y le respondió que cualquiera, con la condición de que no despegara hacia el oeste sino hacia el este y luego virara. Es que su oficina dentro del aeródromo quedaba hacia el oeste y no quería ser despertado por el ruido del avion tan temprano.

      Como dijimos entonces Douglas Corrigan despegó de New York a las 5:15 de la mañana del 17 de julio de 1938 con destino a California. Pero según dijo luego, había niebla y tampoco buena luz natural que le permitiera ver bien la brújula por lo que cometió un ligero error de ángulo. Digamos unos 180º. Por mucho que volara, California se negaba a aparecer. Veintiocho horas y 13 minutos más tarde una pista de aterrizaje aparecía "casualmente" bajo sus pies. Corrigan hizo descender su aeronave bautizada "Sunshine"sobre la pista. Hacia él corrieron asombrados algunos empleados del Aeródoromo Baldonnel. - Soy Douglas Corrigan ¿Donde estoy? - preguntó. -En el Aeròdromo Baldonnel, en Dublin, Irlanda - le respondieron.

      El Bureau of Air Commerce envió un telegrama indicando las violaciones a las normas que Corrigan había cometido. A pesar de la habitual economía de términos en un medio que se caracteriza por cobrar por palabra enviada, la nota necesito de 600. Sin embargo, al haber sido el mismo Corrigan la única persona puesta en riesgo la sanción consistió en 14 días de suspensión de su licencia. Como no podía volar, fue deportado de Irlanda junto con su avión en el buque Manhattan. Llegó de vuelta a New York el 4 de agosto, el mismo día en que la suspensión de su licencia quedaba cumplida.

      Recibido como héroe por casi todos (menos por Lindbergh que a pesar de conocerlo le restó importancia a su hazaña). Fue bautizado por la prensa como "Wrong Way" Corrigan ("Camino equivocado" Corrigan) y paseado triunfalmente por las calles. Se lo contrató para escribir un libro autobiográfico y la RKO lo puso como protagonista de su propia película: "El Irlandés Volador". Su explosiva fama le provee de tanto dinero como el que podía haber recaudado luego de 30 años en su antiguo trabajo de mecánico de aviones. Hasta se pusieron a la venta productos "Wrong Way" en honor a su nuevo apodo. Uno de ellos era un reloj que giraba hacia el lado contrario. Nadie nunca creyó la historia del "error" de Corrigan aunque él la defendió a capa y espada.


Corrigan y el Sunshine
      Se presentó como candidato a Senador pero obtuvo solo el 2% de los votos. Se retiró entonces y compró una plantación de naranjas en Santa Ana, California, a pesar de que nunca había cultivado nada y desconocía completamente el mercado de las naranjas. De allí fue rescatado en 1988 cuando un grupo de entusiastas de la aviación recordó que ese año se cumplirían el 50 aniversario de su vuelo transatlántico. Recuperaron de un viejo hangar lo que quedaba del "Sunshine" y lo restauraron tan bien que hasta lograron que el motor volviera a funcionar. En el desfile por las bodas de oro de su hazaña, se lo vio tan entusiasmado a Corrigan que decidieron encadenar el avión a un patrullero que cerraba el desfile a fin de evitar que el ahora anciano "Wrong Way" intentara despegar.

      Douglas Corrigan murió en 1995 y hasta sus últimas horas sostuvo que su arribo a Europa por aire se debió a un inocente accidente. Ni siquiera nuestro bibliotecario francés que podía utilizar ese argumento para exonerar su culpa de haberse comido la porción de Solomillo ajena, le creyó.

Que anden bien.    



domingo, 18 de octubre de 2015

La letra de un tema musical oculta un violento secreto. Si te acercas a la reja, te lo cuento

       Como contamos en alguna otra oportunidad, el Gran Salón de Roble es casi como el corazón del edificio del Blog. Una de sus grandes puertas da a la Biblioteca, la otra al hall que conduce a las habitaciones de los catedráticos, la otra a los baños y la más transitada a la escalera que se dirige a las bodegas. El hogar de leña preside la pared más larga mientras que a su derecha, convenientemente separado de la fuente de calor, un negro y brillante piano Steinway espera por algún eventual ejecutante. No son pocos los catedráticos que tienen a la música como afición y casi no hay noche en la que el piano no suene. Pero así como la música es uno de sus pasatiempos, las controversias no lo son menos. Con cierto espíritu chauvinista cada uno suele ejecutar música tradicional de sus países de origen o temas compuestos por connacionales del ejecutante. Y no solo eso, las conversaciones previas y posteriores a la música habitualmente versan sobre la superioridad de la música o los compositores de tal nacionalidad por sobre el resto.

      Así un Doctor en Química húngaro defendía las csardas a la vez que un matemático hindú lo hacía con la música carnática. Los ojos rasgados de nuestro experto en paleobotánica explicaban sin dudas el sostén que sus palabras daban al vuelo literario de los Nanguan chinos. Y así cada quien, previo o posteriormente a la ejecución de su tema explicaba al resto la ventaja y aún la superioridad de su elección frente a las de los demás. El Director del Departamento de Entomología Comparada, además de discreto pianista es orgulloso argentino. Se explayaba con notorio entusiasmo acerca de las bondades de la música oriunda de su tierra. Hacía referencia al curioso detalle de que su país tenía dos clases de géneros musicales populares, uno rural (con zambas, chacareras, chamamés y demás estilos musicales) y otro urbano e universalmente conocido como el tango. El entomólogo destacaba que la riqueza rítmica de los géneros rurales (en su mayoría en compás de 6/8) y la riqueza armónica del tango han entregado al mundo composiciones notables. Reconocía , sin embargo, que en ambas familias musicales se han compuesto esperpentos completamente olvidables, pero que del mismo modo y de manera poco común cuando las músicas populares suelen tener letras simplonas y de fácil digestión, tanto el folklore como el tango contaron con poetas que se encargaron de sus letras dándole a algunos de ellos un increíble vuelo poético. En ocasiones se ha logrado el milagro de la conjunción de un hermoso texto con música inspirada y entonces es cuando la música popular argentina entrega sus mejores momentos.

      Entusiasmado como estaba el disertante, dobló la apuesta. Comenzó a contar la historia de una bellísima zamba que en realidad oculta en su letra señales de un hecho policial. Casualmente esa es la historia que referiremos hoy en Bombilla Tapada. Para comenzar transcribiremos la letra de la misma y luego contaremos la historia oculta. Al final del post un link los conducirá a una versión donde podrán apreciar a la vez letra y música. La zamba en cuestión lleva por nombre Luna Cautiva:






De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia
igual que la calandria que azota el vendabal
Y traigo mil canciones como leñita seca
recuerdo de fogones que invitan a matear

Y divisé tu rancho a orillas del camino
En donde los jazmines tejieron un altar
Al pie del calicanto la luna cuando pasa
Peinó mi serenata la cresta del sauzal

Tu amor es una estrella con cuerdas de guitarra
Una luz que me alumbra en mi oscuridad
Acércate a la reja sos la dueña de mi alma
Sos mi luna cautiva que me besa y se va

Escucha que mis grillos están enamorados
y lloran en la noche lamentos del sauzal
El tintinear de espuelas del río allá en el vado
y una noche serena respira mi cantar

De nuevo estoy de vuelta, mi tropa está en la huella
arrieros musiqueros me ayudan a llegar
tuve que hacer un alto por un toro mañero
Allá en el calicanto a orillas del sauzal

      Bonitas imágenes de la naturaleza, ríos, arboledas (el sauzal es un grupo de sauces que crecen juntos), pájaros como la calandria. Al parecer es un arriero que vuelve de alguna parte después de algún tiempo de no estar en los lugares que solía frecuentar. Al parecer durante su ausencia aprovechó para componer algunas canciones (traigo mil canciones, exagera). La palabra calicanto no es habitual en el léxico de hoy. Consiste en una pared hecha de piedras unidas con mortero de cal. De allí su nombre cal y canto. Refiere el poeta en el estribillo la aparente visita de un amor (clandestino quizá) que lo besa a través de una reja y se va. En la última estrofa narra su regreso triunfal, con su tropa de ganado marchando por el camino y unos arrieros como él que cantando y tocando lo animan a terminar el viaje y menciona cierta demora en arribar a causa de un toro mañero que lo hace tardar de más. Linda zamba, pero ¿Por que merece un post de Bombilla Tapada?

Chango Rodriguez
      El autor de esta zamba y de muchas otras es José Ignacio Rodríguez conocido como el "Chango" nacido el 31 de julio 1914. Desde niño y a instancias de su madre comenzó a tocar la guitarra y componer canciones. Al llegar a la década del 60`era famoso y había grabado varios discos. Precisamente la tarde en que comienza nuestro relato venía de cobrar el adelanto de regalías que la compañía discográfica Philips le había dado a cambio de su próximo disco: "Soy de la Docta". Ese 11 de diciembre de 1963 en la casa de Gerardo López, uno de los integrantes del grupo Los Fronterizos, se llevaba a cabo el cumpleaños del hijo de Juan Pedro Álvarez, ahijado del Chango Rodríguez. Nuestro protagonista de la historia de hoy concurrió a la fiesta con su guitarra como era habitual. Siendo el cumpleaños de un niño comenzó a hora temprana como era habitual. Rodriguez y la concurrencia cantaron mucho como era habitual y también corrió mucho alcohol, como era habitual.

      Alguien lanzó una acusación al aire. Los compositores célebres se aprovechan de otros desconocidos y roban sus composiciones publicándolas luego como suyas. Si bien era probable que a esta altura el Chango estuviera borracho, no lo estaba tanto como para no notar que semejante acusación estaba dedicada a él. Las voces se elevaron, volaron algunas manos, la fiesta calentó su clima. hubo empujones y manotazos. Su mujer Lidia Margarita Bay trató de calmar los ánimos. Según ella debían estar al día siguiente en la provincia de San Luis así que lo más conveniente era que se retiraran a descansar dado que el Chango era quien debía manejar. A regañadientes logró que su pareja accediera a irse sin haber lavado su honor mancillado.

      Subió a su automóvil y comenzó a conducir hacia su casa. Pero algo andaba mal...se tocó el bolsillo de la campera allí donde deberían estar los $30.000 que la Philips le había abonado hacía un rato, pero no había nada ahí. Lidia trató de convencerlo de que se le debían haber caído de manera involuntaria en casa de López en medio de los manotazos y forcejeos y que aún deberían estar ahí en el patio. El Chango en cambio imaginaba que alguno de los viandantes directamente se los había robado. Las versiones difieren acerca de si el Chango Rodríguez llevaba un arma en la guantera del auto o si fue hasta su casa a buscarla. La cuestión es que al llegar nuevamente al lugar donde se desarrollaba en malogrado cumpleaños quien se apeó del auto fue Lidia Bay para intentar recuperar el dinero de la manera más pacífica posible. Nada de eso ocurrió y en cambio Rodríguez comenzó nuevamente a oír gritos desde el interior de la vivienda. Sea que la llevaba consigo, sea que la fue a buscar a su casa, la cuestión es que cuando el Chango volvió a entrar en la casa de López, portaba su pistola calibre 45 en la mano. Al rato, sea que apuntó o que se escapó un tiro en el forcejeo, una bala atravesaba la cabeza de Juan Pedro Álvarez, padre del cumpleañero, amigo personal y criador de los caballos de carrera que el Chango poseía, quien cayó muerto.

La Cañada - Córdoba
      A la mañana siguiente el Chango Rodriguez se presentó en el destacamento de policía y fue inmediatamente detenido. Posteriormente el dinero apareció intacto Para el juzgado que llevó su caso el haber vuelto con un arma en su mano después de haberse ido transformaba la causa de un homicidio en riña, con menos pena a un homicidio premeditado y lo condenó a 12 años de prisión. De nada sirvieron los argumentos ni los lamentos de todos los colegas; fue alojado en el pabellón 11 de la Cárcel de Encausados, frente a La Cañada, un muro de contención que evita los desbordes del arroyo Suquía en la provincia de Córdoba. Siendo toda una celebridad en la provincia y en una época en que se hablaba poco y nada de los derechos humanos y por ende mucho menos de los derechos de los presos, el Chango fue tratado bastante bien durante su reclusión. Se le permitió conservar su guitarra en su celda así como también tener suficiente material de escritura. Su mujer Lidia venía a visitarlo seguido y se les concedió el derecho de casarse en la capilla de la cárcel en enero de 1965. Junto con otros presos de buena conducta armó algunos grupos folklóricos con los que se entretenía para matar el tiempo. Así compuso un gran número de temas y varios de ellos los grabó luego del 11 de setiembre de 1968, fecha en el que el dictador Juan Carlos Onganía, dio por cumplida la pena y le concedió un indulto presidencial. El Chango salió en libertad pero ya nada fue lo mismo. Escribió para terceros pero su estrella artística se fue apagando hasta que finalmente el 7 de octubre de 1975 falleció.

      A esta altura, como tantas otras veces, usted me preguntará ¿Y todo esto que tiene que ver con la zamba que transcribió al principio? No sea impaciente, le diré yo. Todo, o casi todo, está allí. Solo hay que saber encontrarlo. Rebobinemos:

Rodriguez, Lidia y la reja
     El Chango fue preso 4 años (De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia) y mientras lo estaba compuso muchos temas, unos 60 (Y traigo mil canciones). La ventana de su celda daba al muro de contención del arroyo hecho de piedras y mezcla de cal (Al pie del calicanto la luna cuando pasa). Lidia lo venía a visitar (una luz que me alumbra en mi oscuridad), pero no dejaban ni que él saliera de la celda ni que ella entrara (Acércate a la reja....) y las visitas estaban controladas por personal de la penitenciaría y eran por demás cortas (Sos mi luna cautiva que me besa y se va). A veces, por razones de seguridad, el Chango era esposado (Escucha que mis grillos...) y otras durante las noches escuchaba acercarse a los guardias haciendo la ronda con el llavero de las puertas de las celdas (El tintinear de espuelas del río allá en el vado). En realidad los motivos por los cuales su compadre terminó muerto y él preso fueron una tontería, una acusación arrojada porque si, por alguien con ganas de provocar (Tuve que hacer un alto por un toro mañero) pero luego, cuando se acostumbró al ritmo carcelario todo anduvo mejor (mi tropa está en la huella) y el tener la posibilidad de tocar y cantar con otros presos lo ayudó a pasar el tiempo (Arrieros musiqueros me ayudan a llegar).

Oculto y encriptado para quien no conoce la historia, pero casi evidente para el que si. Les dejo el link para que la disfruten en su versión más conocida, la de los Chalchaleros.

Que anden bien.







       

domingo, 11 de octubre de 2015

Mi único héroe en este lío. El Teniente Coronel Stanislav Petrov

      Además de los jardineros y parquistas que atienden los terrenos exteriores da la sede del blog un grupo especial de botánicos se encarga de mantener el frondoso jardín de invierno que remata el ala norte del edificio. Bellísimas especies autóctonas y exóticas adornan en delicada armonía el recinto vidriado que les brinda cobijo y resguardo de los cambios de clima. El centro del tinglado de cristal posee un vitreaux ovalado cuyo dibujo polícromo representa la Academia griega debajo del cual varios miembros del blog elijen departir amablemente durante las tardes saboreando una taza de te verde Long Jing o quienes prefieren los sabores algo más fuertes un oolong Tie Guan Yin. Los responsables del recinto prohíben abiertamente fumar en su interior bajo amenaza de expulsión por lo que el ámbito es aprovechado como zona de reunión de quienes detestan el humo del tabaco.

      Precisamente en uno de estos corrillos fue que los catedráticos charlaban sobre los diversos héroes que se honraban en cada uno de sus países de origen. Así el Contador mexicano que se encarga de las auditorías internas refería la historia del sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla. El calígrafo polaco que honra nuestras instalaciones con su trabajo en el área de manuscritos de nuestra biblioteca mencionaba a Tadeusz Kosciuszko ingeniero y líder militar considerado el más brillante de los generales de esa nacionalidad. Nuestro especialista en filatelia, un doctor griego, exponía sobre Laskarina Bubulina, heroína de la independencia griega.




Stanislav Petrov
     Oculto tras las hojas de una Aristoloquia Elegans nuestro catedrático ruso, especialista en armamento medieval y renacentista guardaba un sospechoso silencio. Sus ojos permanecían semi cerrados debajo de sus tupidas e indómitas cejas. De pronto terció en la charla con su profunda voz de inconfundible acento: - Ustedes mencionan, y con justificación, nombres de personas a las que consideran héroes, pero que seguramente habrán tenido y quizá sigan teniendo, detractores. Sin embargo es probable que nunca hayan escuchado hablar de Stanislav Petrov, un casi anónimo ruso que con su acción individual logró que el mundo siga siendo un lugar donde sea posible tomarse un té a la sombra de unas bellas plantas y del que casi nadie conoce su existencia. Un verdadero héroe para toda la humanidad.



     Semejante arranque llamó tanto la atención de sus contertulios que es esa la historia que la presente nota pasará a relatar. Terminaremos en el centro de la Rusia europea, en Kaluga, pero antes vamos a ponernos en situación de como estaban las cosas políticamente hablando a principios de la década del 80.

      Desde fines de la Segunda Guerra y a pesar de haber luchado en el mismo bando, Rusos y Norteamericanos no dejaron de mirarse con recelo. Nunca hubo acciones bélicas de uno en territorio del otro pero si numerosos episodios de peleas entre ellos en territorios ajenos. Vietnam, Corea, o Afganistán entre otros fueron lamentables testigos de esta actividad. En 1962 y como consecuencia de un fallido intento y la filtración de planes secretos de invasión a Cuba por parte de los Estados Unidos, la Unión Soviética dispone la instalación de una base de misiles nucleares en ese país caribeño, a escasos 350 kilómetros de las costas de Miami. La tensión aumentaba conforme el barco ruso con los misiles avanzaba por el Atlántico hacia Cuba. Finalmente los esfuerzos diplomáticos dieron resultado y a cambio del retiro de una base norteamericana similar en Turquía, a escasa distancia de la frontera rusa, el barco cuestionado puso nuevamente proa hacia Moscú y el mundo se salvó, dicen, por escasas horas de volar por los aires en un estallido de misiles y bombas nucleares.

      Algo más cerca en el tiempo, durante la década del 80, las cosas comenzaron a ponerse espesas nuevamente. Los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (es decir la Europa no soviética) organizaron un ejercicio bélico tan real, llamado Able Archer, que los rusos creyeron que en verdad culminaría con un ataque nuclear sobre su territorio y el de sus aliados. A tal punto que ordenaron movilizar sus tropas en Alemania Oriental y Polonia. Para espesar más aún el caldo el 1º de setiembre de 1983 el vuelo 007 de Korean Air de Corea del Sur ingresó al espacio aéreo soviético sin autorización y aviones SU-15 y MIG-23 con dos certeros disparos lo hicieron estrellarse en el mar con sus 269 pasajeros incluidos, 62 norteamericanos entre ellos.

Serpukhov-15
      Definitivamente el horno no estaba para bollos. Cualquier provocación o hecho interpretado como tal podía encender una chispa imposible de apagar más tarde. Así llegamos a la noche del 26 de setiembre de ese año en Kaluga, como dijimos antes, cerca de la localidad de Kurilovo, en una instalación militar llamada Serpukhov-15. Allí una inoportuna enfermedad de quien tenía que cubrir el turno noche pone al mando del monitoreo al Teniente Coronel Stanislav Yevgráfovich Petrov, nuestro héroe en la presente nota. El trabajo de Petrov al frente de la instalación consistía en monitorear los datos que el sistema de defensa soviético entregaba y era habitualmente rutinario y hasta aburrido, hasta las 00:14 de esa noche.

Minuteman
      A esa hora, el sistema Oko de detección satelital emitió una alarma. Según los datos recibidos, desde la base Malmstrom en Montana, al norte de los Estados Unidos avanzaba por los aires un misil Minuteman LGM-30 con indudable rumbo a la Unión Soviética. Estos misiles, de 18 metros de largo y 32.000 kg de peso portan en su nariz 3 ojivas nucleares de 350 kilotones cada una. Como para dar una idea, ese arma por si sola es 70 veces más poderosa que la bomba Little Boy que borró del mapa a la ciudad de Hiroshima. Y no solo es poderosa en destrucción sino también en velocidad. Recorre los 12.000 km que tiene de alcance en unos 20 minutos. Y ese era el tiempo que Stanislav Petrov tenía para informar la novedad aunque podría tratarse de una falsa alarma.


Ronald Reagan
       Ahora bien, los estrategas militares rusos muchas veces habían imaginado una situación por el estilo. ¿Que hacer si alguna vez Ronald Reagan perdía los estribos y lanzaba un ataque nuclear contra posiciones soviéticas? La única respuesta posible era contestar con la mayor violencia disponible. Nada de guardar la proporción de fuerzas, la estrategia se basaría en provocar el mayor daño posible al enemigo y procurar minimizar en lo que se pueda los propios. Evidentemente que los norteamericanos evaluaban unas medidas parecidas para el caso recíproco y por esas cuestiones del espionaje debían estar al tanto de las posibles tácticas rusas. Entonces, pensó el Teniente Coronel Petrov ¿Tiene sentido que los Norteamericanos pretendan comenzar un ataque nuclear con un solo misil? Cualquiera de los dos bandos que intentara comenzar un ataque serio utilizaría cientos de misiles al mismo tiempo.

Satélite Mólniya
      Stanislav Petrov decidió esperar en lugar de disparar las alertas al alto mando soviético. Estaba convencido de que debía tratarse de algún tipo de error. Mientras pretendía tranquilizar al personal a su cargo las alarmas se encendieron nuevamente. Según Oko el sistema que coordinaba las informaciones de los satélites Mólniya, cuatro Minuteman más habían partido desde los Estados Unidos hacia Rusia. Algunos de los oficiales que secundaban a Petrov comenzaron a sudar frío. Un error del sistema podía explicar el primer misil, pero ¿cinco errores consecutivos? Era poco creíble. De cualquier modo la disciplina militar fue respetada y nadie pasó por encima de la autoridad del Teniente Coronel, el oficial de rango más alto dentro del Serpukhov-15.

      ¿Podía el sistema haberse equivocado cinco veces? ¿Tenía sentido que los norteamericanos desafiaran a una potencia nuclear de tamaño similar al suyo con tan solo 5 misiles y sin movimientos previos ni aéreos, ni de tropas terrestres ni de buques? Pero por otra parte ¿Que pasaría si realmente esos misiles estuvieran acercándose cada vez más a su país y él, responsable de dar la voz de alarma, no lo hubiera hecho? ¿Tenía sentido iniciar una contraofensiva que tendría consecuencias nunca vistas por 5 errores del sistema? Los nervios no hacían más que crecer en el bunker conforme los minutos pasaban y los misiles deberían estar avanzando hacia su objetivo. Las conclusiones que Petrov sacaba de unas y otras preguntas eran abiertamente contradictorias. Pero íntimamente creía (o quería creer) que se trataba de un poco probable error.

      En algunos minutos mas él y todos los rusos lo sabrían. Los radares en tierra detectarían la aproximación de los misiles a la superficie. Pero si así fuera ya no habría tiempo para nada más, ni evacuaciones, ni contramedidas. El Kremlin establecería un contraataque fulminante y la vida en el planeta tal como la conocemos sería un bello recuerdo. Por no mencionar que su cabeza, en caso de permanecer junto a su cuerpo, tendría un alto precio para el Estado Mayor Soviético.

      Finalmente, al tiempo que los misiles deberían estar penetrando en el espacio aéreo ruso, las alarmas cesaron. Ningún radar pudo detectar ningún objeto acercándose en el rumbo que los satélites marcaban. El cruce de información que el sistema Oko hacía de forma automática no encontró coincidencia en la confirmación de datos y las alertas cesaron. Todos los oficiales corrieron a abrazar a Stanislav quien luego de las muestras de reconocimiento se tumbó el un sillón y brindó con abundante vodka el éxito de su decisión acertada. Había impedido el inicio de un holocausto nuclear, apenas. Mas tarde se supo que la mala lectura provino de una conjunción entre la posición del sol y un banco de nubes inusualmente alto que generó una alteración electromagnética imprevista para los sensores del sistema

      Al amanecer el General Yuri Votintsev somete a Petrov a un intenso interrogatorio llegando a la conclusión de que a pesar de no cumplir con la norma y no avisar a sus superiores el Teniente Coronel había obrado de manera correcta y que de ser por él recibiría un amplio reconocimiento. Sin embargo el Kremlin no opinaba del mismo modo. Premiar a Petrov sería admitir la falencia del sistema de alerta y sus componentes y poner en duda la eficiencia de la tecnología rusa. Petrov no recibe sanción ni reconocimiento público. Es enviado a cumplir tareas de menor cuantía y retirado del ejército rojo tiempo después. El incidente no fue conocido por occidente sino hasta después de la disolución de la Unión Soviética cuando el General Votintsev en 1990 decidió publicar sus memorias. Petrov vive de su pensión que no alcanza a los U$S 300 al cambio actual. Fue reconocido desde ese entonces con numerosos premios que los Parlamentos de diversos países le entregaron y aún por las Naciones Unidas. En todos los casos en que el premio incluyó dinero, él lo cedió a algún miembro de su familia más necesitado. Sólo apartó lo suficiente para comprarse una aspiradora para el departamento en el que vive.

      Si alguna vez la suerte los lleva a las cercanías de Moscú tómense el tren que sale de la estación Yaroslavsky y luego de recorrer 25 kilómetros desciendan en Friánzino. Allí en un modesto complejo de monoblocks vive el ex Teniente Coronel Petrov. Pregunten por él, es una especie de celebridad en la zona, muy a su pesar. Analistas militares establecieron que, de haberse desatado una contienda nuclear en ese momento, hoy faltarían del planeta entre 2.000 y 3.000 millones de personas.


Agradézcanle de mi parte su valeroso acto de sensatez.

Que anden bien















domingo, 4 de octubre de 2015

Autómatas. Introduzca 25 centavos en la ranura

      Para algunos de los miembros del staff del Blog el fax debería ser declarado la Octava Maravilla del Mundo. Que alguien coloque un papel en Roma y que lo que en él está escrito, gráficos inclusive, aparezca impreso en un papel sobre sus escritorios, les provoca un asombro cercano al milagro. Algunos reaccionan del mismo modo frente a las máquinas expendedoras de pasajes, los relojes cu-cu y las afeitadoras eléctricas. Muy pocos, y los que lo han hecho solo por obligación profesional, se han adentrado tímidamente en el mundo de la informática.

      Pero por alguna razón, los ingenios mecánicos son bien recibidos. Nuestros catedráticos ven con mejores ojos a las bielas y los resortes que a los microprocesadores y los circuitos integrados. Prefieren la maraña de engranajes que mueve un reloj mecánico antes que la precisión que proveen los pulsos de cristales de cuarzo en un aparato similar. Estiman más noble la ingeniería mecánica que la electrónica, quizá porque la entienden mejor. Cualquier juguete electrónico barato de hoy en día es mas complejo y versátil que la caja de música mecánica más elaborada sin embargo no solo a nuestros ancianos catedráticos les despiertan fascinación. Desde hace siglos se construyen figuras que pueden moverse de manera automática. Desafortunadamente la ausencia de pinturas anti óxido, la tendencia a la putrefacción de la madera y el desgaste propio del uso nos han privado de ver con nuestros propios ojos a la mayoría de los autómatas que consignan las crónicas antiguas y hasta en algunos casos uno llega a sospechar que las descripciones son más hijas de la imaginación que de la realidad. Vamos a repasar algunos de los autómatas de la antigüedad, famosos y no tanto.

Colosos de Memnon
      Parece ser, que la primera estatua que "hacía algo" de manera automática fue la del dios Memnon, en Tebas. Eran dos colosos de 23 metros de altura que, a la salida del sol emitían sonidos de manera automática. Hoy el tema se solucionaría con una célula fotosensible pero en el 1300 antes de Cristo estábamos bastante lejos de tal cosa. Según unos comentaristas los sonidos producidos por la estatua de Memnon semejaban cuerdas de lira, según otros el sonido era aterrador y provocaba el pavor de quienes los escuchaban. La posible explicación racional a tal comportamiento es que durante la noche, la fría piedra condensaba el rocío atmosférico metiéndose entre las grietas de la misma. Luego al ser calentada por el sol surgía en forma de vapor provocando los mencionados sonidos, como una enorme flauta. Pero de cualquier modo, quien la haya construido, no había diseñado el efecto ex profeso sino que aparentemente las grietas fueron provocadas por un oportuno terremoto. Los colosos de Memnon merecen mencionarse como los más antiguos pero no alcanzan la categoría de autómatas tal y como nos gustan.

Trono de Salomón
      Unos 400 años más para acá nos asombra la descripción de lo que en apariencia fue el trono del Rey Salomón. En general uno imagina los tronos reales como una silla medianamente alta mas o menos adornada, más o menos lujosa. Pero el trono de Salomón aparentemente era otra cosa muy distinta, al menos en las descripciones que nos han llegado. En principio para acceder a él había que subir seis escalones adornados con diversas alegorías confeccionadas en mármoles, oro y marfil. La misma silla real estaba flanqueada por dos leones dorados que se movían y golpeaban sus colas contra el suelo cuando Salomón se sentaba en él. El trono mismo giraba y se elevaba sobre las cabezas de quienes asistían a las audiencias reales. De fondo unas parras y palmeras fundidas en oro e incrustadas con piedras preciosas alojaban numerosos pájaros mecánicos que no solo cantaban sino que con el movimiento de sus alas agitaban el aire y esparcían suaves fragancias que impregnaban el ambiente. Desafortunadamente del templo de Salomón solo queda una pared y obviamente nada del trono. Habrá que conformarse con los relatos.

San Alberto Magno
      Allá por la Edad Media Alberto Magno (posteriormente San) disfrutó mucho de construir autómatas. En apariencia había desarrollado unas "cabezas parlantes" y particularmente un mayordomo mecánico que caminaba, saludaba y hasta hacía quehaceres domésticos en cuya construcción y diseño invirtió, dicen, más de 30 años. Su discípulo Tomás de Aquino (posteriormente también San) quedó tan impresionado al verlo funcionar que pretendió destruirlo en la certeza de que se trataba de un objeto de inspiración diabólica, tal la tolerancia de los antiguos padres de la Iglesia.




"Planos" del Reloj Elefante
      Para la misma época, a unos miles de kilómetros de ahí un científico (aún no se utilizaba el término) del Kurdistán escribía un libro fundacional sobre el tema. Se llamó el "Libro del conocimiento de los ingeniosos mecanismos" cuyas páginas y copias de ellas aún sobreviven y se encuentran repartidas en diversos museos del mundo. Su nombre era Al-Jazari (o Al-Djazarí) y su obra cumbre era un Reloj Elefante que además de dar la hora como todo reloj que se precie contaba con figuras animales y humanas que se movían mecánicamente. Gracias a los gráficos de su libro manuscrito el Shopping Ibn Battuta de Dubai cuenta con un modelo del reloj elefante funcional a tamaño natural. Pueden verlo haciendo click en este link: https://en.wikipedia.org/wiki/Ibn_Battuta_Mall#/media/File:Elephant_clock,_Dubai.JPG Con esto ya le alcanzaría a nuestro amigo kurdo para figurar en esta nota y en la historia de los autómatas, sin embargo Al-Jazari hizo algo más que lo vuelve muy interesante.

Esquema de la Banda Musical
      Sobre la cubierta de un bote (que en realidad sirve para esconder el complejo sistema mecánico que lo hace funcionar) un grupo de cuatro muñecos simulan ser músicos y efectivamente del aparato surge música de tambores y flautas. Dentro del casco del bote, un complejo mecanismo de palancas, levas, bielas y fuelles, todos ellos accionados por una corriente de agua producía el golpeteo de tambores y el soplar de las flautas. Hasta aquí un autómata más de los que hemos descripto hasta ahora, salvo por un detalle. Mediante el cambio de posición de unas clavijas podían escogerse distintos motivos musicales a ser ejecutados por la "Banda Musical de Al-Djazarí" tal como se conocía al ingenio. Sin saberlo, el oriundo del Kurdistan se convirtió en el primer programador de la historia.

Juanelo Turriano
      A partir de 1516 y durante 40 largos años Carlos I fue el Rey de España. Luego agregó a ese título, como los boxeadores que compiten en varias asociaciones, el de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico cargo en el que fue conocido como Carlos V. Pero poco nos importa hoy el tema de los nombres y los números de orden. A Don Carlos le encantaban los ingenios mecánicos y por lo tanto contrató al mejor relojero de la época, que para algo era él el Emperador. Su nombre original era Giovanni Torriani, oriundo de Cremona, Milan pero después de su mudanza española se hizo llamar Juanelo Turriano. El primer juguete que Turriano construyo para el rey fue un reloj astronómico llamado Cristalino que permitía prever la posición de los planetas y otros objetos celestes con fines astrológicos. Sin embargo el artificio que más fama le ha otorgado no fue ese.

Artificio de Juanelo
      La ciudad de Toledo se encuentra a unos 500 metros sobre el nivel del mar y se debe abastecer de agua dulce proveniente del río Tajo que discurre 100 más abajo que la ciudad. Esta notable altura hace que el trabajo de subir agua sea realmente complejo y duro. Pues Juanelo diseñó un genial sistema, completamente mecánico e impulsado por la propia fuerza del mismo río para que esta penosa tarea no incluyese la fuerza del músculo humano. Engranajes, ruedas y cucharas enormes lograban que llegaran a la ciudad unos 17.000 litros diarios de agua. Siendo que hoy, cualquier domicilio particular cuenta con un tanque de unos 1.000 litros para su consumo particular, la proeza de Juanelo no parece tan grande (a los consumos actuales abastecería unas 20 casas, a lo sumo) pero en esa época despertó la atención de todos. A Juanelo se le adjudican dos productos de manera incorrecta. El primero es un libro, al estilo del de Al-Jazari llamado Ventiun Libros de los Ingenios y Máquinas, en el que el léxico empleado no se corresponde con el de un milanés que aprendió castellano de grande y por lo tanto los expertos sostienen que no ha sido escrito por él. Y el otro es el Hombre de Palo.

     Existen 3 versiones de la historia y lamentablemente estamos más inclinados a creer la tercera. Tan arraigado esta el mito que en la misma Toledo hay una calle que lo recuerda. La primer versión indica que Juanelo Turriano construyó un autómata para recaudar fondos para la construcción de un hospital. El muñeco, del tamaño de un humano, caminaba por las calles por si solo pidiendo las contribuciones y realizaba una reverencia cuando algún peatón le entregaba una moneda. La segunda, algo más verosímil, apunta a una alcancía fija sobre la cual un muñeco movía sus brazos llamando la atención de los paseantes, la calle cuenta con una placa que recuerda (o cree recordar) el exacto lugar de emplazamiento del Hombre de Palo. Desafortunadamente la más probable es la menos atractiva: Una alcancía con un muñeco tallado en madera encima sin más misterios.

      Para cerrar la historia de Turriano, nadie le pagó por la construcción del Artificio de Juanelo, tal como se conoció a la máquina de elevar agua, con lo cual el pobre milanes murió tapado por las deudas contraídas a la nada despreciable edad de 84 años.

Von Kempelen
      Terminaremos el post de los autómatas mecánicos con uno de los más famosos. Johann Wolfgang Ritter von Kempelen de Pazmand fue un inventor húngaro consejero de la corte de Viena bajo el reinado de María Teresa de Austria. Además de asesorar a la corte en temas de mecánica y construcciones pasaba largas horas con la emperatriz jugando ajedrez. Hasta que un día apareció con un extraño y sorprendente autómata.






      Se trataba de una mesa con ruedas y puertitas en su parte inferior. Sobre la tabla de la misma un tablero de ajedrez con sus piezas y en una de las cabeceras una figura con turbante y manos móviles que, contra todos los pronósticos jugaba al ajedrez contra oponentes humanos con gran solvencia. La primer sospecha al verlo era que debajo de la mesa, convenientemente oculto detrás de las puertas, se escondía un humano de carne y hueso quien era el que realmente hacía funcionar al autómata. Por lo tanto lo primero de Von Kempelen hacía al presentarlo era abrirlas y mostrar que, lejos de cobijar a un humano, la parte inferior de la mesa alojaba una gran maraña de engranajes y levas.

      El autómata en cuestión era conocido como "El Turco" debido a la vestimenta de la figura del ajedrecista y como la máquina carecía de todo prejuicio moral le ganó a la misma emperatriz y tuvo la osadía de hacer lo mismo con Napoleón Bonaparte cuando este se encontró con sus tropas en territorio austríaco previo a la batalla de Wagram. Von Kempelen murió en 1804 y el ingenio mecánico pasó a manos de otro inventor austríaco Johann Mäzel quien estaba para ese entonces dedicado al área de la música. De hecho se le adjudica (con dudas) la invención del metrónomo. Junto con William Schlumberger, en calidad de ayudante, llevaron al Turco de gira por toda Europa causando asombro allí donde pararan.

      Tanto fue así que fueron invitados a una gira por Estados Unidos y Cuba. Estando en el país caribeño Schlumberger tuvo la mala idea de morirse y misteriosamente con su muerte el Turco dejó de jugar al ajedrez. Algunos maliciosos sospechaban que era el finado William quien mediante un truco nada fuera de lo común entre los magos estuviera oculto dentro del mecanismo y moviera las piezas desde el interior aún cuando parecía no haber nadie dentro. Desafortunadamente el autómata estaba confeccionado en un gran porcentaje en madera y estaba presente en 1845 en Filadelfia cuando se desató un grave incendio. Pocos son hoy los que creen que realmente el autómata jugaba al ajedrez y muchos los que sospechan que debajo del tablero, un juego de imanes mostraba la jugada del contrincante y que luego en un tablero interno Schlumberger realizaba un movimiento que se repetía en el exterior mediante palancas por parte del "autómata".

      Hoy la digitalización y los motores logran reproducir con alguna fidelidad los movimientos de animales y humanos, sin embargo una detenida mirada descubre en seguida el truco. A pesar de los esfuerzos de los Albertos Magnos, los Al-Jazari o los Juanelos falta mucho para que un autómata engañe al humano al punto que lo confunda con uno de ellos. Decimos esto absolutamente convencidos mientras no logramos entender como hace la máquina expendedora de bebidas calientes para ser capaz de servirnos un te con limón sin azúcar y al rato un capucchino dulce utilizando el mismo aparato.

Que anden bien.