Acostumbrados a tomar el tren de
las 20:06, que la temperatura sea de 26.7º
o que el Aconcagua mida 6.959
mts. la falta de exactitud de los textos antiguos nos resulta extraña y
exasperante en comparación con el rigor que le exigimos a nuestros días. Es que
hace unos cuantos cientos de años, por no hablar de miles de años, muy poca
gente se preocupaba por las fechas, distancias y otros datos que hoy nos son de
crucial importancia.
Es por eso que hoy,
nuestra costumbre de mantener la precisión de las fechas y aún de las horas en
las que ocurre algo nos fuerza a tratar de encontrar datos que nos permitan
mantener nuestros espíritus tranquilos fechando hechos que ocurrieron hace muchísimos
años a partir de datos accesorios convenientemente cruzados.
En las épocas
bíblicas, alcanzaba con decir: “Eran los tiempos del Rey Cadorna” para que un
acontecimiento se diera por fechado. Ocurre que los reyes suelen vivir varios
años y entonces nos encontramos con una incertidumbre de décadas. Y si tenemos
dudas con respecto a los años, ni hablar de los días.
La cosa es que dentro
de unas horas vamos a festejar la Navidad pero ninguno de los 4 evangelistas se
tomó la molestia de fechar el nacimiento de Cristo. Nuestra cronología actual
tiene que ver puntualmente con fijar el año I de nuestra era justo en el primer
Año Nuevo posterior a su nacimiento, cosa ya difícil de descubrir, pero ¿Y el
día?. Vengan, vamos a ver qué es lo que podemos averiguar.
AÑO
A poco de empezar,
el Evangelio según San Mateo nos ubica en los tiempos del Rey Herodes. Buen
comienzo pero conflictivo. Herodes el Grande fue rey de Judea y vivió desde el
73 antes de Cristo hasta el 4 antes de Cristo. Si le hacemos caso a San Mateo
Cristo nació 4 años antes de Cristo como poco. Primer problema.
Revolviendo un poco
más y saltando el Evangelio de San Marcos, que poco aporta para este caso, nos
encontramos con Lucas que viene a darnos una mano. Habla él de los tiempos de
César Augusto. Este tipo fue el primer “Emperador” del, valga la explicación
más que evidente, Imperio Romano. Le sucedió al famosísimo Julio César y reinó
desde el 44 AC. (cuando amasijaron a don Julio) hasta el año 14 DC. Con esto no
avanzamos nada, pero si nos tomamos la molestia de seguir leyendo a Lucas nos
encontramos con un dato interesante.
A pesar de que
tanto María como José aparentan ser Nazarenos, Jesús nace en Belén. Y esto
tiene como explicación la realización de un censo dentro de los dominios del
imperio Romano. Los censos en esas épocas tenían 2 finalidades. Una de ellas
era la leva militar, saber cuántos varones aptos para unirse al poderoso
ejército del imperio había. Y la otra era la de calcular la posible recaudación
impositiva. Como el Imperio era mucho más grande de lo que los procedimientos
de recaudación impositiva de la época podían manejar, los romanos vendían la
recaudación a ciertos funcionarios a los que se los llamaba “publicanos”. El
procedimiento era el siguiente: se censaba o estimaba la población pasible de
pagar impuesto, se calculaba cuanto debería recaudarse en ese territorio dado,
el publicano adelantaba el importe al imperio y luego él se encargaba de hacer
la recaudación en forma artesanal. Todo lo que pudiera sacar por encima de lo
pagado era ganancia para él. Pues Lucas habla de un censo durante el reinado de
César Augusto. El censo estuvo a cargo de un tal Publio Sulpicio Quirino
(nombrado en la Biblia como Cirino). El ñato en cuestión fue Gobernador de
Siria dos veces. Desde el 6AC al 4AC y desde el 6 DC al 9DC. Si tomamos esta
última fecha nada nos coincide porque Herodes hacía mucho ya que estaba viendo
crecer los rabanitos desde abajo para la segunda gobernación de Quirino. Pero
si tomamos la fecha más extrema del reinado de Herodes y la cruzamos con el
censo (que está debidamente documentado) es altamente probable que Jesús haya
nacido en el año 4AC. Lo que no deja de ser toda una paradoja.
Pero entonces ¿Quién
y por qué cometió ese error de 4 años?
Echale la culpa a
Dionisio el Exiguo y una interpretación literal a la luz de ciertos cálculos
que le mandaron a hacer. Más o menos a la altura del 300 o 350 DC la religión
Cristiana se convierte en religión oficial del Imperio con la llegada de
Constantino I el Grande. Para este entonces, ya habían pasado 3 siglos desde el
nacimiento y pasión de Cristo y los textos (entre canónicos y apócrifos) eran
un revoltijo. Los romanos sí prestaban atención a las fechas y las dejaban anotadas
pero hasta ese momento no bajo nuestra cronología cristiana sino desde la
mítica fundación de Roma. La cronología romana de ese entonces no era AC o DC
sino AUC (Ab Urbe Condita) Desde la fundación de la Ciudad. En el año 525, el
Papa Juan I le dijo a Dionisio (que por su apodo debería ser bastante petiso o
bastante modesto): -“Che, Dionisio, a ver si te calculás cuanto hace que nació
Jesús y empezamos a contar desde ahí y no desde que la loba amamantó a esos dos
paganos de Rómulo y Remo”
Y Dionisio se
preguntó: “¿Pero de donde me agarro? Y se agarró de Lucas 3.23. El punto es que
nuestra ordenada manera de contar el tiempo, que nos sirve para saber que a los
6 años hay que darse la BCG, a los 18 podés ver películas pornográficas y a los
65 te jubilás, no tenía ningún sentido en las épocas bíblicas. Una persona era
un niño, un joven un adulto o un anciano y poco importaba si tenía 23 o 25
años. Lucas arranca el capítulo 3 de su Evangelio tirando un buen punto de
agarre acerca de cuándo comenzó a predicar Jesús, cito: “El año quinto décimo
del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato….”. Bien
por Lucas, gracias por el dato. Eso nos para en el año 30DC mas o menos. Luego
agrega Lucas 3.23: “Jesús, al empezar, tenía unos treinta años…” y ahí está el
moco que se mandó Dionisio. Esa palabra “unos” no significa “exactamente” 30
años. Significa a palabras de hoy “Era un treintañero” “Lucía como de treinta y
pico”. Pero no. Dionisio mal interpretó la cosa y de ahí es que nos faltan 4
años en la cuenta.
DIA
Lo del años quedó más
o menos claro. Ahora la Biblia no dice nada de nada, en ninguno de los 4
Evangelios acerca del día y el mes de nacimiento de Jesús. ¿Por qué entonces
estamos próximos a celebrar su cumpleaños el próximo 25 de diciembre? ¿Eh?
Ahí vamos. Por
estas tierras, hace un par de días empezó el verano. En Europa, en cambio, como
ya todos deben sospechar ocurrió lo contrario, comenzó el invierno. Así como
nosotros, el 21 de diciembre vivimos el día con más horas de luz solar del año,
al norte del ecuador pasó exactamente lo contrario. Hoy (en realidad hace
bastante) sabemos que este fenómeno se debe a la rotación de las estaciones y
esto, en definitiva tiene que ver con el ángulo en el que la Tierra está
inclinada con respecto al plano de su órbita. En los tiempos a los que nos
estamos refiriendo no lo sabían. Por supuesto que sospechaban que el ciclo de
más y menos horas de luz solar volvería a repetirse año tras año, pero al no
tener la explicación profunda del fenómeno no había ninguna garantía cierta de
que luego de el acortamiento paulatino de las horas de luz solar el ciclo se
revirtiera.
La gente menos
ilustrada del imperio Romano veía con preocupación, que conforme se acercaba el
solsticio de invierno la cantidad de horas de luz solar era cada vez menor. A
falta de una solución mejor, participaban de rituales que a decir de los
sacerdotes paganos garantizaban la vuelta del sol. Finalmente, comenzaba a
verificarse, unos días después de nuestro 21 de diciembre, que efectivamente
los días comenzaban lentamente a alargarse de nuevo. Finalmente se realizaban
las “Saturnales”. Unas fiestas populares que tenían por objeto celebrar el
renacimiento del sol, con todo lo que uno supone que ocurría en esas
festicholas del imperio Romano. De ahí, en ausencia de una fecha cierta, a
parangonar el nacimiento del sol con el nacimiento de Cristo, hay un solo paso.
Entonces, dentro de
unos días diremos que estamos celebrando la Navidad de 2012, aunque ninguna de
las 2 cosas sea cierta. En cualquier caso, yo, que estoy anotado con cierta
fecha de nacimiento, tampoco estoy seguro de que sea la correcta. Al fin y al
cabo cuando nací era lo suficientemente pequeño como para ser engañado
fácilmente.
De todos modos,
Feliz Navidad!!
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