Ante todo, buenas tardes.
Lo
primero que tengo para decirles es que este post es informativo. No pretendo
abrir juicios de valor ni llegar a conclusiones categóricas. Ocurre que muchas
veces cuando las cuestiones son de índole tecnológica uno no cuenta con la
información suficiente y mi intención es recopilarla y brindarla de modo que
las conclusiones corran por vuestra cuenta.
Lo
segundo es que, pasamos un rato por el laboratorio de química y después pónganse
las bombachas batarazas y las botas de potro que nos vamos para el campo.
Uno,
a veces tiene esos arranques ecológicos naturistas y entonces va al vivero, compra
un macetón plástico, una bolsa de tierra y un sobre de semillas de perejil y,
sintiéndose todo un granjero se arma su propio almácigo con el propósito noble
de que las próximas provenzales tengan auténtico sabor casero. Pero a los pocos
días, mitad por impericia mitad por la propia perversidad de la Madre
Naturaleza, comenzamos a verificar que aquello que comienza a crecer en nuestra
maceta poco se parece al perejil y mucho a un yuyo cualesquiera. Y peor aún, a
lo largo de la semana que tarda efectivamente en brotar nuestra siembra, un
buen número de yuyos de porquería han colonizado buena parte de nuestra huerta
de cabotaje. Paciencia en mano, es hora de quitar aquellos pastos informes para
que nuestro perejil surja en todo su esplendor y no tenga competidores en el
modesto ámbito de nuestro balcón. A lo largo de la vida de nuestra humilde plantación
deberemos repetir esta operación varias veces porque, en cuanto uno se
descuida, otra vez los pastos oportunistas nos usarán nuestra tierra abonada
con sus pérfidos propósitos. Ahora bien. ¿Se pusieron a pensar el laburo que
cuesta semejante cosa en un campo de varias hectáreas? ¿Imaginan lo dificultoso
que habrá de ser mantener a raya otras especies para que nuestro esfuerzo se
enfoque sólo en el crecimiento de nuestros tomates (o arándanos, o trigo o lo
que fuere)?
Los
compuestos químicos de los que estamos construidos las plantas, los animales y obviamente
también nosotros son realmente muy complejos. Y lo más penoso es que los
animales (nosotros inclusive) solamente podemos armar algunos de ellos eso
siempre y cuando contemos con las piezas fundamentales para ensamblarlos. Los
únicos que pueden construir todo lo que necesitan a nivel químico para vivir partiendo de algunos compuestos muy sencillos
presentes en el suelo, son los vegetales. Una de las familias de moléculas más complejas
y fascinantes son las proteínas. Ahí vamos…
Las
proteínas están compuestas así como las cadenas reales, de eslabones llamados
aminoácidos. Hay unos 20 aminoácidos que, combinados, dan un número infinito de
combinaciones posibles. Cada proteína cuenta con una precisa combinación de más
de 100 (como mínimo) aminoácidos por cadena. Y para complicarla aún más, no
solo es importante la secuencia sino que también y debido a ésta, la proteína
se “retuerce” de una forma particular como consecuencia de la secuencia de
aminoácidos con la que está construida. Un aminoácido incorrecto y chau, al
demonio con la función de la proteína. El tema es que nosotros animales no
podemos fabricar aminoácidos. Sólo podemos ensamblar las cadenas comiendo proteínas,
cortándolas convenientemente y volviendo a ensamblar la cadena que nos hace
falta. Un humano necesita de unas 30.000 proteínas distintas para funcionar,
algunas tan esenciales como la hemoglobina, encargada de transportar el oxígeno
al interior de nuestros cuerpos y llevarse el dióxido de carbono de camino a la
nariz. Los únicos seres vivos con
capacidad para fabricar los aminoácidos son los vegetales. Aun los que miran
con desdén un bol de ensalada, dependen de que una vaca, un cordero o lo que
fuere que nos comamos, haya fabricado sus propias proteínas comiéndose
previamente a algún vegetal y previo despanzurre de las proteínas de la planta,
haya fabricado sus propias cadenas.
Tan
lejos como 1970, se descubrió una sustancia llamada aminofosfonato. Como es de
la familia de la glicina (uno de los aminoácidos naturales) tomaron un par de
sílabas de cada parte y le pusieron un nuevo nombre: Gli (por glicina), fos (por fosfato) y ato (por la terminación que le
corresponde por nomenclatura química) y así nació lo que conocemos como
glifosato. Pero ¿Por qué es tan famoso? ¿Qué es lo que hace el dichoso
glifosato? En resumidas cuentas, el glifosato impide que las plantas puedan
sintetizar tres de los 20 aminoácidos. Cuando en el medio interno de una planta
hay glifosato, ésta no puede fabricar ni fenilalanina ni tirosina ni triptófano.
Al carecer de esos tres aminoácidos la planta está imposibilitada, como ya
sospecharán, de construir cualquiera de las proteínas que los llevan como
componentes y entonces, como también sospecharán, la planta procede a morirse.
Para ponerle un broche de oro a lo devastador de los efectos del glifosato en
un vegetal, no es necesario forzar mucho a una planta para que lo deje entrar.
Ni siquiera hace falta regar el suelo con él. Los vegetales absorben el
glifosato por sus hojas. Una fumigada y listo el pollo.
Entonces
¿Si fumigo con glifosato mi maceta de perejil me evito tener que sacar los
yuyos a mano? En principio sí, pero también me quedo sin perejil. Si fumigo con
glifosato no crece nada, pero nada de nada.
Un
momento ¿Entonces los que lo usan para fumigar sus campos están locos o qué? Les
pido paciencia, es que hay algo que aún no les dije.
A
principios de los años 90, algunos científicos se cruzaron con un
microorganismo de nombre agrobacterium CP4 que era capaz de hacer funcionar la
enzima que se “traba” con el glifosato y en consecuencia sintetizar esos tres
aminoácidos como si el aminofosfonato no estuviese ahí. Les llevó algún tiempo aislar el gen
responsable de esta característica tan conveniente y otro tiempo clonarlo y encajárselo
de prepo a la soja. Consecuencia final,
las semillas de esa planta “transgénica” (es decir, la soja tiene un gen que no
le pertenece, un Frankenstein vegetal) brotan, crecen y dan más semillas de soja
que a su vez son resistentes al glifosato. Círculo cerrado.
Es
decir, un campo fumigado con glifosato y sembrado con soja transgénica no
necesita de mayores tareas de mantenimiento que las de mirar cómo crece y
subirse al tractor para cosecharla. Como el injerto les salió bien, les trasplantaron
el dichoso gen a semillas de maíz, alfalfa, algodón y un largo etcétera. Los
perspicaces lectores del Bombilla Tapada que intuyen un formidable negocio
detrás de esto han pensado en la dirección correcta: tanto la patente del glifosato
(de nombre comercial Roundup) como de las semillas de soja transgénicas
pertenecen a la multinacional francesa Monsanto.
¿El
glifosato es altamente tóxico para el hombre? ¿El consumo de cereales transgénicos
trae alguna consecuencia? ¿Hay relación entre la cantidad de enfermedades de
origen genético y la cercanía a áreas fumigadas con aminofosfonato? ¿Si ocurre
que hay que dejar de sembrar semillas transgénicas, brotará alguna otra cosa en
esos campos? ¿Cuánto habrá que esperar para que ese suelo vuelva a ser normal?
Todas
estas preguntas esperan respuesta. Las disponibles actualmente están
sospechadas de parcialidad tanto de un lado como del otro. Como dije al
principio del post: les pongo a
disposición algo de información de la que la mayoría de nosotros habitualmente
carece. Las conclusiones corren por su cuenta.
Buenas
tardes, vayan por la sombra.
Pregunta: las plantas que fueron tratadas con glifosato no mueren porque su ADN fue alterado para que no las mate, ¿Bien? Ahora, yo no tengo esa cadenita que me libre de morir por glifosato. Dado que yo también soy un ser heterótrofo que necesita absorber aminoácidos para sintetizar proteínas, si ingiero alguna planta que fue tocada por esa nefasta substancia que impide la síntesis protéica, ¿Vos decís que no me pase nada?
ResponderEliminarA lo expuesto arriba me remito. No pasa por si soy un "trosko" o no...
Probablemente el Glifosato sea tóxico en ciertas concentraciones que aparentemente estarían por debajo de los límites que son usados. De cualquier modo, a tu pregunta, el proceso que interfiere el glifosato es la fabricación de aminoácidos que, como bien decís siendo heterótrofos, no realizamos ni con ni sin glifosato.
EliminarDe cualquier modo se está estudiando si la frecuencia de aparición de ciertas malformaciones genéticas en algunas poblaciones del norte del país tiene alguna relación con algún uso "descuidado" del herbicida en cuestión.
No es que no hablé del tema por no armar bardo sino que la intención del post es informativo acerca del mecanismo de funcionamiento tanto del glifosato como de la soja (y demás deudos) transgénica. Abrazo