- Aquí le dejo, Wilfredo, los contratos que tiene que revisar hoy - el gerente dejó sobre el escritorio cuatro o cinco carpetas celestes de cartulina. Abrió muy grandes los ojos recorriendo con la vista la superficie del escritorio de su subordinado. - ¿Pero que es todo este quilombo de papeles, señor Pareto? ¿Por qué no hace un poco de orden? ¡Caramba!
- Vea señor gerente - explico Wilfredo - no tiene sentido mantener un orden perfecto si la mayoría del trabajo que tengo que desarrollar durante el día lo hago, casi en su totalidad, con los papeles que tengo en este momento sobre mi escritorio. Si los guardara y volviera a buscar a cada momento perdería mucho tiempo laboral. El aparente desorden que usted manifiesta, señor gerente - continuó con su explicación Wilfredo sin levantarse de su silla - es optimizar el tiempo productivo. Es la ley del 80/20, señor.
El gerente dio un par de pasos hacia la puerta de la oficina de Wilfredo Pareto. Antes de salir se detuvo sosteniendo su mano en el picaporte y dijo - Me importa un carajo. Acomode este despelote.
De tan riguroso cumplimiento como la ley de oferta y demanda o la de Gravitación Universal, el mundo parece responder a una extraña ley empírica llamada "Ley del 80/20" o Principio de Pareto. Ocurre que al ser de carácter empírico (o sea, no proviene de una deducción de consecuencias a partir de causas sino de la observación de la realidad) el principio de Pareto no tiene un enunciado exacto ni único. De la ley de Gravitación Universal podemos decir que dos cuerpos se atraen en relación directa de sus masas e inversamente al cuadrado de las distancias que los separan y con eso basta. Con la ley del 80/20 las cosas se complican dado que puede aplicarse a una infinidad tal de aspectos de la vida que no hay un único enunciado que la represente cabalmente. A grosso modo, podría decirse que "el 80% de las consecuencias tiene que ver sólo con el 20% de las causas". Sospecho que a esta altura no deben haber entendido nada. Vamos a ver si con ejemplos le encontramos la vuelta. Pasen por acá, por el pasillo al fondo, donde está la parra.
Uno tiene una numerosa cantidad de cacharros de cocina en general. Ollas, cacerolas y cacerolitas, sartenes con teflón, de hierro, infames planchas de lata chinas, peroles, cazuelas, boles, pinzas, trinchantes, vasijas, marmitas y un largo etcétera pero (y aquí viene el enunciado de la ley) el 80% de las comidas que uno prepara utilizan sólo el 20% de los implementos de cocina que uno tiene.
Otro ejemplo, y de un ámbito completamente distinto, para que se note lo ecuménico de la ley o principio de Pareto (ya vamos a hablar de él). El uso de energía eléctrica es una demostración del desarrollo que una sociedad ha alcanzado. Cuanto más tecnificada y desarrollada socialmente está una sociedad, más energía eléctrica consume. Sus habitantes miran la televisión y se calientan (o refrescan según la época del año) consumiendo corriente eléctrica. Tienen heladeras, celulares, equipos de audio e imagen, iluminación, microondas, máquinas de afeitar, secadores de pelo, computadoras y demás artefactos, todos eléctricos. Sus fábricas ensamblan, funden, pliegan, atornillan, sueldan y cortan enormes cantidades de materias primas consumiendo energía, mayormente eléctrica. Del otro lado de la escala, las sociedades menos favorecidas hacen escaso o nulo uso de este recurso energético. Dependen de su fuerza motriz o de las bestias para realizar algunos trabajos pesados y en algunas ocasiones no han pasado más allá del uso del fuego como método artificial de alcanzar algún grado de bienestar. Pues bien, y aquí es donde entra la Ley del 80/20 nuevamente. "El 80% de la energía generada es consumida sólo por el 20% de los países del mundo". Triste y desigual pero cierto. Lo mismo puede aplicarse a la cantidad de basura generada, que es otro indicador económico del desarrollo.
Saltamos nuevamente de tema. En la mayoría de las empresas, en 80% de la facturación proviene del 20% de los clientes. Del mismo modo, de la totalidad de las horas laborales, durante el 20% del tiempo se desarrollan el 80% de la totalidad de las tareas. En diseño de software, el 80% de los errores son producidos por el 20% de las líneas de código. Por mucho que se esfuercen los dueños y departamentos de marketing de los grandes supermercados y shoppings, el 80% de los clientes sólo ven el 20% de la mercadería exhibida. En cualquier equipo de ventas, el 80% de los contactos efectivos los realizan el 20% de los vendedores. De la misma manera, en cualquier empresa el 80% del ausentismo lo provoca siempre el mismo 20% del personal.
En casa, el 80% de las veces que encendemos la computadora es para utilizar solamente el 20% de los programas que ahí tenemos instalados. El 80% del tiempo que pasamos escuchando música, sólo utilizamos el 20% de los discos (o MP3 o el medio que sea) que tenemos almacenado. El 80% de las veces que nos vestimos (mayormente todos los días) utilizamos el 20% de la ropa disponible. El 80% del tiempo que uno invierte en limpiar la casa ocupa solo el 20% de la superficie de ésta.
Don Wilfredo Federico Damaso Pareto se paseó por Italia entre 1848 y 1923 (antes no había nacido aún y luego de esa fecha procedió a morirse) y fue en vida economista y sociólogo. En apariencia, su famoso principio, acuñado en 1909, tuvo su origen en la observación de que, para ese entonces, el 80% de las propiedades inmobiliarias de Italia estaban en manos del 20% de la población exclusivamente. No tardó mucho en extrapolar sus observaciones a varios aspectos de la vida social y económica y hoy es considerado como uno de los precursores de varias ideas económicas figurando con entradas en varias enciclopedias que tratan estos temas
Mas allá del tono de sorna con el que nos lo hemos tomado, el principio de Pareto tiene realmente utilidad en el mundo de los negocios. Si el 80% de mis ingresos como empresa provienen del 20% de mis clientes, será cuestión que ese 20% esté lo más contento posible. Si de todas las horas de trabajo, logro identificar cual es el 20% en el que se desarrolla el 80% de mis tareas, será cuestión de sacarle el mayor provecho posible a ese lapso de tiempo.
Por último, se ha comprobado que del 80% del tiempo que pasa uno leyendo blogs solo obtiene un 20% de información útil. Y acá no estamos para refutar a don Wilfredo de ninguna manera.
Buen provecho.
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