El pequeño Carlitos es capaz de desarmar y volver a armar su computadora. De hacer andar la cafetera conectándola al puerto USB. De volver a la vida la PC de la tía Meneca. Pero desafortunadamente no ha aprobado Geografía. Su madre le recrimina: "Ay, Carlitos. ¿Como puede ser que eres tan inteligente para las computadoras y tan poco brillante para la Geografía?". Bombilla Tapada dejará claro esta vez (en realidad, otra vez, porque ya hicimos un post con similares conclusiones dedicado a Sir Arthur Conan Doyle http://bombillatapada.blogspot.com.ar/2013/05/en-casa-de-herrero-mediums-y-hadas.html ) que en muchas oportunidades la brillantez en un campo no viene acompañada por su correspondiente iluminación en otros.
Michael Chasles fue un matemático y geómetra francés del siglo XIX. Su campo, la geometría proyectiva, de la que es uno de sus creadores. De este modo llegó a ser nombrado profesor de Geometría Superior de la Universidad de la Sorbona. Cuando Gustave Eiffel diseño su célebre torre determinó que justo encima del primer arco de su construcción figuraran los nombres de los 72 matemáticos e ingenieros franceses que más hubiesen aportado a la ciencia hasta el momento. Para que calculen la envergadura del trabajo de Chasles, su nombre figura allí junto con los de Ampere, Gay-Loussac, Focault o Lavoisier. De modo que no nos va quedando dudas de que el amigo Chasles no era ningún idiota fácilmente engañable. O quizá si.
El segundo personaje de esta historia es el hijo de un humilde campesino llamado Denis Vrain Lucas. Había nacido en Chateaudun, un municipio algo al norte de la capital y allí trabajó para un abogado. Éste lo contactó con un comerciante de manuscritos de París y allí se fue a trabajar con él. Como el valor de un manuscrito antiguo podía llegar a ser altísimo, Vrain Lucas tenía como ocupación el hacer copias de ellos, que se vendían a un precio sensiblemente inferior, llegando a convertirse en un verdadero profesional en el rubro. Cuando el comerciante dueño del local murió, Denis se hizo cargo del negocio y con cierta falta de escrúpulos apuntalados por su adquirida habilidad, notó que era capaz de vender copias como si fueran originales con bastante facilidad.
El tercer personaje de nuestra historia de hoy tiene características distintas que los primeros dos. Se trata del Conde Bois-Jourdain. Como todos los nobles franceses se encontró en serio peligro durante la Revolución Francesa motivo por el cual se embarcó junto con toda su familia y las pertenencias que pudo rescatar hacia en Nuevo Mundo. Cerca de las costas norteamericanas el buque que lo transportaba se hundió y Bois-Jourdain con él. Algunos miembros de su familia pudieron ser rescatados por unos barcos de pescadores que acertaron pasar cerca. Entre las pocas pertenencias que se salvaron del naufragio sobrevivió un baúl confiado a él por el mismo Luis XVI donde el Conde guardaba algunos manuscritos y correspondencia. Acallada la Revolución la familia volvió a Francia pero se halló en la más profunda miseria. De tal modo que a fin de sobrevivir dispuso, en la mayor de las reservas, vender algunos de los documentos contenidos en el baúl. La gran diferencia que existe entre Chasles, Vrain Lucas y el Conde Bois-Jourdain es que los dos primeros existieron realmente. El Conde, la historia del naufragio y la de su familia son una completa invención de Vrain Lucas.
Vrain Lucas se presentó ante Chasles con algunas "cartas antiguas" y se las vendió por algún dinero. Unos días después volvió a la casa del matemático dinero en mano ofreciendo devolvérselo a cambio de las cartas. Es que un anciano de la familia, enterado del despojo que estaba sufriendo el patrimonio de la familia al venderlas, había sufrido un ataque de apoplejía. Esta puesta en escena fue todo lo que necesitaba Vrain Lucas para ganarse definitivamente la confianza de Chasles.
Envalentonado por haber derribado las defensas del matemático, Vrain Lucas demostró tener correspondencia inverosímil. Alejandro Magno se carteaba con Aristóteles (podría haber ocurrido. Aristóteles fue tutor de Alejandro en su adolescencia). Cleopatra intercambiaba misivas con Julio Cesar. Había también cartas enviadas por Atila, Shakespeare, Plinio, Platón, Séneca o Poncio Pilatos. El límite de Vrain Lucas era su propia imaginación y ciertamente lo alcanzó, vendiéndole a Chasles una carta que María Magdalena le enviaba a Lázaro contándole lo bien que la estaban tratando los galos (antiguos habitantes de la moderna Francia). El único, sorprendente, ridículo e inverosímil problema era que todas estas cartas estaban escritas...en francés!.
Vrain Lucas tenía respuesta para todo y además Michael Chasles contaba con una enorme predisposición a creérselas. Las cartas originales habían estado en poder de Luis XVI. Éste mandó a hacer copias en francés de todas y envió los originales a la abadía de Tours donde se perdieron definitivamente. La autenticidad de las copias estaba entonces avalada no solo por el rey sino también por Madamme Pompadour, quien colaboró en el proceso. El Rey, antes de perder literalmente la cabeza, le entregó las copias a Bois-Jourdain y el resto es historia (mentira) conocida.
La ambición de Vrain Lucas y la ingenuidad de Chasles llevaron las cosas demasiado lejos, como si no hubiese alcanzado con lo antedicho. Es que el matemático guardaba para sí la correspondencia que compraba pero hubo una que encendió su fervor patriótico francés y lo llevó a hacerla pública. Fue el principio del fin...
Blaise Pascal se carteaba con Isaac Newton y este último reconocía la primicia del francés sobre el descubrimiento de la Ley de Gravitación Universal. El 15 de julio de 1867 en la Academia de Ciencias de París Michael Chasles presentó la carta y otros escritos que avalaban la paternidad francesa sobre la Ley de Gravedad. Para el caso en que alguien notara que, para la fecha de las cartas, Isaac Newton sólo tenía 12 años, Chasles tenía otra carta, pero de la madre de Newton que agradecía a Pascal la bondad de compartir sus descubrimientos con su hijo. Por supuesto que algunos espíritus patrióticos franceses aplaudieron el "hallazgo" pero quienes se tomaron unos minutos para pensar lo pusieron abiertamente en duda. Para avalar la hipótesis de que Pascal ya estaba trabajando en el tema de la Ley de Gravitación aún antes del nacimiento de Newton, Vrain Lucas consiguió, dentro de su cofre, una inmejorable carta que el francés le mandaba a Galileo Galilei contándole sus descubrimientos. Ante la objeción de que para esas fechas el físico italiano se encontraba completamente ciego y no podría haber escrito ninguna carta, Chasles apareció, vía Vrain Lucas con otra carta, esta vez escrita en italiano donde Galileo le comentaba a Pascal que estaba mejorando de su ceguera y había vuelto a escribir.
Pero los escépticos, tildados de anti patriotas por los chauvinistas franceses, sacaron a relucir otra sospecha mayor. El texto de la última carta de Galileo a Pascal contenía un pasaje completo de un libro de física que escribiría en 1764 Alexandre Sèverien (y a todo esto Galileo había muerto en 1642. Apenas 122 años antes). Habiendo luchado hasta tan lejos, Vrain Lucas no se iba a rendir tan fácil. Providencialmente Denis encontró una carta del mismísimo Sèverien agradeciéndole a Madamme Pompadour el haberle permitido examinar la correspondencia entre Pascal, Newton y Galileo con lo cual quedaba "demostrado" que el texto de la carta era el original y el del libro una copia.
Durante el transcurso de las pesquisas necesarias para cometer los fraudes, Denis Vrain Lucas cometió un delito menor en contra de la Biblioteca Imperial (quizá pretendió arrancar alguna página o cosa similar) y fue detenido. El miedo, los remordimientos o quién sabe que lo llevaron a confesar todo.
Vrain Lucas fue condenado a 2 años de prisión. El 13 de setiembre de 1869, luego de sostener durante 2 años la autoría francesa del descubrimiento de la Ley de Gravitación Universal, la Academia de Ciencias de París emitió un comunicado admitiendo el error.
Dentro de los cajones de los escritorios del geómetra francés Michael Chasles se acumularon 27.344 cartas redondamente falsificadas. Dentro de los bolsillos de Chasles faltaban 140.000 francos que era lo que había pagado durante 8 años por esa montaña de papeles sin ningún valor.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse a Michael Chasles no lo mató la vergüenza sino un paté en mal estado que comió a los 88 años. Once años después del fraude.
Cuidado con lo que compran y sobre todo cuidado con lo que comen..
Que anden bien!
Dentro de los cajones de los escritorios del geómetra francés Michael Chasles se acumularon 27.344 cartas redondamente falsificadas. Dentro de los bolsillos de Chasles faltaban 140.000 francos que era lo que había pagado durante 8 años por esa montaña de papeles sin ningún valor.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse a Michael Chasles no lo mató la vergüenza sino un paté en mal estado que comió a los 88 años. Once años después del fraude.
Cuidado con lo que compran y sobre todo cuidado con lo que comen..
Que anden bien!
Muy buena onda!
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