(Advertencia: La idea inicial de
este texto la leí hace muchos años. Antes de Internet, antes del DVD, antes de la PC. Cuando recién
comenzaba a asomar el video casette. La escribió originalmente Isaac Asimov en
una revista hace más de 20 años. El remate me sorprendió tanto que aún lo
recuerdo y, empeorada, habiendo pasado por mis manos, la comparto)
Hace bastante
tiempo, las únicas formas de ver una película consistían en ir al cine o
depender de que algún canal de televisión la pasara por su pantalla. Cuando
sólo teníamos canales de aire la posibilidad de encontrar una película de
nuestro agrado tendía rigurosamente a cero. Había que conformarse con un
discreto número de bodrios en Sábados de Súper Acción o algún estreno exclusivo
(películas de unos 20 años de antigüedad) en El Mundo del Espectáculo.
La aparición
del video en VHS alteró para siempre nuestro modo de ver cine. En casa, cuando
se nos ocurría, la película que queríamos, las veces que se te antojara y con
pausas para ir a hacer pis a requerimiento de nuestra vejiga sin perdernos
nada.
El resto son
solo mejoras de esta situación original. El DVD permite un gran número de
variantes; con subtítulos, en idioma original, hablada en arameo con títulos en
copto. Sonido 5.1, trailer, reseña de la vida y obra del director, etc.
Internet agregó otro tanto y sin salir a buscar nada fuera de casa encontramos
la película que se estrenó ayer o aquella del año 30 que siempre quisimos ver y
nunca pudimos.
Ahora bien,
quizá falte una mejora. Un sistema absolutamente personalizado y con un tamaño tal que quepa en una mano que
nos permita cambiar ciertas variables del contenido a nuestro gusto y placer.
Una escena nevada que tenga más o menos árboles o más o menos nieve. Montañas
más o menos altas. Violáceas o más amarronadas. Los protagonistas, dentro de
ciertos límites tendrían el aspecto que se le antojara al usuario. Un poco más
o menos alto. Más o menos corpulento. Otro aspecto modificable sería la voz de
los personajes. Se podría elegir de acuerdo con nuestra voluntad.
Por cierto que
avanzar y retroceder entre las escenas también estaría disponible. Detenerse,
atender otras actividades y volver a seguir, obviamente estaría en manos del
usuario. Un aspecto no menor es la completa independencia del sistema de
fuentes de energía externa. Sin batería, sin cables, sin pila…..a esta altura
podrían pensar que estoy soñando con un aparato extremadamente futurista,
demasiado sofisticado y, de existir, excesivamente caro.
¿Y si les digo
que existe? ¿Y si le digo que existe desde hace muchísimo? Antes aún del VHS,
de la tele convencional y aún de la electricidad.
El sistema
personalizado es el libro.
¿A que huele
el barco del Capitan Ahab? ¿Cuan alto es el respaldo del sillón en el que se
sienta a pensar Sherlock Holmes? ¿Como es la voz del coronel Aureliano Buendía?
¿Cuan pequeña es la habitación donde descansa Funes el memorioso? En todos los casos, la respuesta es “lo que
vos decidas”.
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