Me encontraba yo cierta mañana haciendo mi Sudoku habitual (suelo practicar artes marciales al comenzar el día) mientras untaba mi tostada con el indispensable dulce de leche y mis hijos miraban una película de dibujos animados en el Disney Chanel cuando caí en la cuenta, presa de un brote de chauvinismo, que la lapicera que tenía en la mano, el dulce de leche con que untaba mis rodajas de pan y el largometraje de dibujos animados no son otra cosa que "Inventos Argentinos".
Estaba claro que ni yo ni mis lectores me permitirían pasar una oportunidad como esta por lo tanto ordené al equipo de Investigaciones Especiales de Bombilla Tapada a que pusiera manos a la obra para encontrar la verdad del mito que sostiene que el primer largometraje de dibujos animados, el bolígrafo y el riquísimo dulce de leche, son inventos salidos de nuestra tierra amada. Desafortunadamente, recordé que carecía de Equipo de Investigaciones Especiales, en particular y de ningún otro equipo en general así que hice lo que pude (que es mayormente poco, pero a esta altura estarán acostumbrados) y puse manos a la obra para desentrañar que hay de cierto en estas tres afirmaciones. Aunque duela o manche como en el caso del dulce de leche.
Nuestro primer personaje se llama Ladislao y era periodista. En aquellas épocas, había nacido en 1899, los periodistas carecían aún de grabadores (en realidad todo el mundo carecía de grabadores dado que todavía no se habían inventado) por lo tanto los reportajes, reseñas y notas debían tomarse por escrito. Escribir con una lapicera de pluma intentando hacerlo con cierta velocidad no es para cualquiera. La pluma se traba, se rompe o la tinta no sale o sale en exceso. Ladislao tenía un hermano recibido de químico de nombre Georg con el que juntos crearon una nueva tinta algo más espesa y menos fluida que la convencional. Esto eliminó el problema de los manchones pero no el de la fluidez de la escritura.
Un día (o una tarde, ¿Quién sabe?) Ladislao miraba jugar a unos niños a la bolita. En un momento, una de las bolitas escapó rodando del terreno de juego y al atravesar un charco dejó una delgada línea de agua. Allí fue donde se le ocurrió una brillante idea: reemplazar la vieja pluma por una pequeña bolita colocada en la punta de un tubo lleno de tinta. Patentó la idea pero la tecnología de los años 40 no permitía la fabricación barata de esferas metálicas tan pequeñas. De momento y aunque tenía la patente de fabricación para Hungría y Francia debió conformarse con un escaso número de prototipos que utilizaba personalmente para escribir.
Cierta vez que estaba haciendo notas en Yugoslavia pasó un tipo, sudamericano para más datos y quedó sorprendido del extraño adminiculo que utilizaba para escribir. Le preguntó si no podía fabricarlo en masa y Ladislao le explicó cuales eran las dificultades. Lo invitó entonces a radicarse en Argentina y darle una mano con la patente y la fabricación. Ladislao tomó la tarjeta personal que el extraño le extendió y la guardó. Algún tiempo después las cosas comenzaron a ponerse complicadas para los judíos en Europa (Ladislao lo era) debido al avance de Hitler. Recordó entonces al extraño personaje que lo había visto escribir con su lapicera a bolilla tiempo atrás y se puso en contacto con él. Se trataba de Agustín Pedro Justo, ex Presidente de la Nación. Ladislao y su amigo Jorge Meyne se embarcaron hacia la Argentina escapando del horror de la II Guerra Mundial que se avecinaba. Al llegar patentaron el útil de escritura bajo un nombre comercial que unía ambos apellidos. El de Ladislao no lo dijimos hasta ahora para no adelantar el golpe de efecto. Se llamaba Biro de apellido y agregando la primera sílaba de Meyne, patentaron la Birome. En 1943 le vendieron la licencia para los Estados Unidos a la Faber (en impresionantes U$S 2.000.000 de la época) y en 1951 hicieron lo mismo con un francés llamado Michael Bich que luego fundaría una empresa mundialmente conocida hoy como Bic.
La pregunta es. Dado que Ladislao Biro era húngaro. Desarrolló su invento en Europa y solo lo trajo para acá casi por casualidad. ¿Merece la birome ser llamado invento argentino?
Del segundo personaje tampoco vamos a revelar el nombre hasta que no sea el momento oportuno. Sepamos como primer dato que a nuestro amigo le encantaba dibujar. Que sus padres lo impulsaron a que estudiara medicina pero que no hubo caso. Lo suyo fue el lápiz antes que el estetoscopio. A diferencia de el protagonista de la historia anterior, no huyo de Europa a causa de la Segunda Guerra Mundial sino de la Primera. Una vez aquí consiguió trabajo en un estudio de filmación donde se realizaban cortometrajes informativos que se proyectaban antes de las películas principales. Su jefe y dueño del estudio lo contrató para agregar caricaturas de personajes famosos a sus cortos con una condición extraña para la época. No quería imágenes fijas en sus películas. Las caricaturas debían tener movimiento. Con tan solo 19 años nuestro héroe aceptó el desafío. Utilizó algunas técnicas conocidas y desarrolló otras. Imaginen ustedes que en 1916 aún no se utilizaba la iluminación artificial para filmar y se dependía exclusivamente de la luz solar para hacerlo lo cual agregaba no pocas dificultades a la tarea. Habiendo obtenido un producto razonablemente bueno, al año siguiente encaró una tarea digna de uno de los trabajos de Hércules.
Con argumento basado en los acontecimientos políticos del gobierno de Yrigoyen y financiado por el dueño de una cadena de salas de cine, Qirino Cristiani (era hora de que reveláramos su nombre) realizó el primer largometraje de dibujos animados de la historia. Le llevó 58.000 dibujos hechos a mano y más de un año de trabajo. En un congreso de animación celebrado en Berlín en 1970 se reconoce universalmente a "El Apostol" que así se llamaba la película como el primer largometraje de dibujos animados de la historia del cine.
El problema para hacernos con el galardón de que el Primer Largometraje de Dibujos Animados es una creación argentina es que: Tanto Cristiani como Federico Valle (el dueño del estudio y empleador del dibujante) eran italianos. Quirino había nacido en Santa Giuletta y Valle en Asti. Por tanto nos preguntamos: ¿Vale como invento argentino?
La última parte del presente post va un poco más atrás en la historia y tiene que ver con el Pacto de Cañuelas. Los Unitarios y Federales se venían agarrando de las mechas desde hacía años. Pero los acontecimientos se desencadenan cuando las tropas de Juan Lavalle dan alcance a las de Manuel Dorrego, lo capturan vivo y por orden del primero lo mandan a fusilar. El apoyo que Lavalle tenía en el gauchaje se disuelve y entonces al encontrarlo debilitado Estanislao López desde Santa Fe y Juan Manuel de Rosas desde Buenos Aires unen fuerzas y derrotan a Lavalle en Puente de Marquez, allí por donde hoy está Paso del Rey. Rosas y López ponen sitio a las posiciones de Lavalle e inesperadamente, una tarde, Juan Lavalle decide ir a parlamentar con Rosas. Solo.
Llega al cuartel general de Rosas a primera hora de la tarde. El Restaurador (Rosas) no está. Pregunta donde están los aposentos privados del General y se acuesta él su cama. La historia no registra el nombre de la criada de Rosas que estaba preparando para su patrón la "lechada". A Don Juan Manuel le gustaba tomar mate cebado con leche que, previamente se hervía con azúcar. Cuenta la leyenda que la criada estaba calentando sobre el fuego la leche con azúcar y cuando se enteró de la presencia del enemigo de su patrón en la estancia y más aún sabiendo que se había acostado en su propia cama (la de Rosas) salió a buscar ayuda temiendo que el dueño legítimo de la cama se enojara. Recorrió la estancia y esperó a que Juan Manuel volviera. A todo esto, Rosas al llegar estuvo de lo más simpático con su enemigo político y militar, que al fin y al cabo era su pariente. Lo invitó a compartir el mate mientras discutían los puntos del pacto de Cañuelas que se firmaría finalmente el 24 de junio de 1829 y que duraría muy poco. Cual no fue la sorpresa de la anónima criada al volver a la cocina y encontrar que, en la olla donde preparaba la lechada había ahora una sustancia amarronada y pegajosa. La leyenda agrega que, yendo a pedir disculpas por haber echado a perder la leche, Rosas probó el menjunje y lo encontró sabroso, de modo que el pacto no solo se discutió entre mates sino también dulce de leche de por medio.
Simpática historia...pero falsa.
El dulce de leche lleva, además de leche y azúcar obviamente, vaililla y bicarbonato de sodio. Si calentamos mucho tiempo la leche, esta se cortará porque mientras el agua que contiene se evapora, se comienza a concentrar el ácido láctico que esta contiene. El bicarbonato ayuda a neutralizar el ácido láctico para que no se corte la leche. Además su presencia (la del bicarbonato) acentúa su color dorado. Por otra parte, si no se revuelve eventualmente al principio y constantemente sobre el final, en lugar de dulce de leche obtendremos un pastiche quemado en el fondo de la cacerola que no lo hubiera comido ni Rosas, ni Lavalle bajo amenaza.
De modo que ni el dulce de leche, ni la birome ni los dibujos animados nos pertenecen como invención en un 100%
Lamento haberles aguado la tarde.
Solo nos vienen quedando, como propiedad argentina, las minas más lindas del mundo.
Que anden bien!
Mira de lo que me vengo a enterar... Para terminar de embarrarla, te cuento que mi historia sobre el dulce de leche era que a San Martín le gustaba tomar mate de leche y que un día mientras su ama de llaves se lo preparaba, se pasó y quedó el dulce de leche... o algo así...
ResponderEliminarOsea, que como todo... Seguimos siendo un lindo invento europeo :P
Genial el post!
Beso!
Parece que, sea quien sea, a alguien se le fue la leche por el fuego. Acá, en Francia o en Colombia.
EliminarGracias por leer
A los argentinos nos encanta ser los primeros en todo jajjaja (y también los records mundiales, el río más ancho, la calle más ancha, etc)). Muy buena entrada!!! Me gustó como la redactaste, de una forma muy amena. Besos!!!
ResponderEliminarGracias. Esperemos mantener el nivel de amenitud.
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