miércoles, 12 de marzo de 2014

Manuscritos Raros. Con la compra de este ejemplar, un curso de Voyniches de regalo

      Si hay un elemento recurrente tanto en las historias de aventuras como también en las de terror es la aparición de un libro misterioso. Mejor aún si este es manuscrito. Allí generalmente pueden encontrarse las ubicaciones de tesoros ocultos, cavernas secretas, instrucciones para fabricar productos o pociones milagrosas y con fastidiosa frecuencia la posición exacta del cáliz de la última cena, el Santo Grial. Por esa incómoda tendencia a quemarse o deteriorarse que el papel tiene, nos vemos privados de la mayoría de las cosas que se han publicado antes de la masificación de los libros mediante la imprenta. Injustamente todo lo que Sócrates ha escrito nos es desconocido y sin embargo nos vemos inundados de ejemplares de Paulos Cohellos y Aris Paluches. 



       Pero más allá de lo que ocurre en las películas de Indiana Jones o el Código Da Vinci en la vida real han aparecido algunos manuscritos sorprendentes. El más célebre, sin dudas es el de las cuevas de Qumran. Se trata de unos 800 rollos escritos entre el 150 antes de Cristo y el 70 de nuestra era encontrados dentro de unas vasijas perfectamente selladas dentro de cuevas a orillas del Mar Muerto. Si el contenido de las vasijas es sorprendente, no es menos llamativo su descubrimiento. En el año 1947 dos pastores, primos entre si, perseguían a unas cabras que se habían apartado del rebaño que pastoreaban. Los caprinos se ocultaron en unas cavernas cercanas y cuando los primos ingresaron, buscándolas, se encontraron con las ánforas selladas que contenían los manuscritos. La mayor parte de ellos contienen escritos pertenecientes a la secta de los esenios y tienen un llamativo punto de contacto con las formas y doctrinas que predicó luego Jesús de lo que se intuye algún contacto mutuo en algún momento de la vida de Cristo.


      Otro manuscrito digno de mención es el Codex Gigas un gigantezco libro de 624 páginas escritas a mano. Cada una de ellas mide 92 x 50 cm y forman un libraco de unos 75 kg de peso. Ideal para leer en el viaje en Subte. El contenido es una verdadera mescolanza de biblia, medicina, magia, historia u astronomía. Se conoce el origen pero no el motivo por el cual fue escrito aunque circulan varias leyendas al respecto.


      Pero hoy vamos a hablar del manuscrito más raro que se haya encontrado nunca. Tan raro es que nadie ha descifrado, hasta ahora por lo menos, que demonios dice, de donde viene, quien lo escribió ni para que. Traigan lupa y guantes de algodón que arrancamos en Lituania.


      Wilfrid Michael Voynich nació en 1865 en Telschi, Lituania (aunque ese territorio pertenece hoy a Polonia) y se graduó en Química y Farmacia en la Universidad de Moscú. Como se unió a la causa de la independencia polaca, cosa que no era bien vista en la Rusia de ese entonces, fue detenido y deportado (a donde sino) a Siberia. Cuenta él que escapó hacia Alemania y de allí a Gran Bretania donde obtuvo la ciudadanía en 1904.






      A partir de ese momento desaparece su profesión de farmacéutico y quimico y comienza a aparecer su pasión bibliófila. Comienza a destacarse como comerciante de libros raros sin que quede bien claro el origen de su capital inicial. Se especializa en manuscitos, incunables y textos raros. Establece una librería de esa temática en Soho Square en Londres. Se dice que por muy poco dinero compró a la biblioteca del Colegio Jesuita de Villa Mondragone en Italia un manuscrito que le llamó la atención. El libro es conocido hoy como Manuscrito Voynich.


      Se trata de un manuscrito de unas 240 páginas confeccionado en pergamino (no en la localidad sino en cuero especialmente tratado). En 2009 la Universidad de Arizona dató el material del manuscrito ubicando su fabricación entre 1404 y 1438 con una fiabilidad del 95%. Del mismo modo determinó que la tinta usada para escribirlo se encontraba allí más o menos desde fecha parecida. Hasta allí nada extraño. Se trata de un manuscrito viejo (muy viejo) de unos 600 años de antigüedad. Está aparentemente dividido en 6 partes: botánica, astronomía, biología, comología, farmacéutica y recetas. Lo único destacable sería lo azaroso de haberlo encontrado en tan buen estado y haberlo pagado relativamente barato. Lo extraño se encuentra aquí:


      Nadie sabe en que idioma está escrito. Está compuesto de una 170.000 "letras" que forman unas 35.000 "palabras". Hay entre 20 y 30 tipos de caracteres diferentes. Algunos de ellos aparecen frecuentemente al principo de las "palabras" otros casi siempre al final y otros en el medio. Hay algunas "letras" dobles como nuestra "rr" o la "ll". La longitud de las "palabras" es variable y casi no hay ninguna con más de 10 "letras". Por ejemplo, en la sección botánica, cada página tiene la ilustración de una planta (no identificable con ninguna especie conocida) y la primer "palabra" del texto que lo acompaña aparece por única vez en el manuscrito, como si se tratara del nombre de la misma. El resto del texto de la página diera la impresión, conforma una descripción del ejemplar botánico.


      La criptografía es la ciencia que se encarga de ocultar la información de modo que quién no conozca el código utilizado no pueda acceder a ella. La información sobre transacciones bancarias y particularmente las comunicaciones durante las guerras y movimientos de tropas se valen de la criptografía para asegurar su secreto. Así como hay quienes se encargan de encriptar también hay los que se encargan de hacer lo contrario. Violar los códigos, desentrañar lo que otro ha ocultado. Pues el manuscrito Voynich ha sido sometido a los más duros ataques de los expertos más renombrados en criptografía (incluído el equipo de William Friedman mienmbro de la Agencia de Seguridad de Estados Unidos NSA) resistiendo con todo éxito. Nadie logró nunca entender que demonios dice.


      Uno a esta altura, estaría tentado de sospechar que el manuscrito es obra de un loco o un bromista. Que en realidad no quiere decir nada y que alguien con mucho tiempo ocioso escribió cualquier cosa sobre 240 pliegos de pergamino para divertirse imaginando a los humanos de 500 años más adelante devanándose los sesos intentando descifrarlo. Es una teoría tentadora, pero....


      Todos los lenguajes naturales de la tierra cumplen con una ley empírica llamada Ley de Zipf. Esta ley predice la frecuencia de aparición de las palabras más comunes en cada lenguaje. Todos los lenguajes conocidos la cumplen. De hecho los lenguajes inventados como el Klingon de Star Trek y el élfico del Señor de los Anillos no la cumplen. Para acrecentar el misterio del manuscrito, el Voynich la cumple. Y es imposible que el autor del mismo la haya conocido, teniendo por sentado que fue realizado en el 1400 y la ley fue formulada por George Zipf en 1940.


     
      A la muerte de Wilfrid Voynich el manuscrito pasó a manos de su esposa Ethel Boole (hija del matemático que creó el cifrado para que la lógica tuviera pinta matemática llamada álgebra de Boole y que forma parte de todos los programas de computación actuales). En 1961 luego del fallecimiento de Ethel cayó en manos de Hans Kraus quien unos años después lo donó a la Biblioteca de la Universidad de Yale. Si quieren pegarle una ojeada al manuscrito solo tienen que apersonarse en la Biblioteca Beineke de la universidad y preguntar por el ejemplar MS 408.


Si le ponen algún tipo de reparos en prestárselo no se hagan problemas. En otro servicio más a la comunidad, Bombilla Tapada pone a su disposición la versión PDF del Manuscrito Voynich para su disfrute personal. Justo aquí debajo:

https://ia600305.us.archive.org/6/items/TheVoynichManuscript/Voynich_Manuscript.pdf

Si lo llegan a traducir no se olviden de avisar

Saludos

lunes, 3 de marzo de 2014

Ponzi y Madoff: Dos tipos audaces

      De vez en cuando algún diario o revista sensacionalista insiste con la noticia de que un científico solitario ha desarrollado un motor que funciona solo, sin aporte de energía externa. Por supuesto que sería fabuloso que ello ocurriera. Automóviles sin nafta ni gasoil. Heladeras y equipos de aire acondicionado sin corriente. Cocinas y hornos sin gas. Normalmente la noticia viene acompañada de una explicación del porque de la imposibilidad de que estas novedades fantásticas salgan a la luz. La mafia de las compañías de petroleo o energía impiden que nuestro científico haga público y fabrique en serie su hallazgo. Las llevaría a la quiebra y posterior desaparición. Sobornos, amenazas, chantajes y toda suerte de delitos se ponen en contra de su invención.

      Lamentablemente hay algo más poderoso que la mafia petrolera que se opone a nuestro eventual falso héroe y es la termodinámica. No se puede sacar de un sistema más energía de la que se puso y es más, siempre que haya transferencia de energía habrá pérdida en el camino. Por lo tanto, para que un sistema funcione siempre habrá que aportarle energía desde afuera.

      Veamoslo así. Si se construyera un motor eléctrico que al girar hiciera funcionar un dínamo que cargara de energía a una batería que a su vez hiciera funcionar el motor eléctrico del principio, el sistema tarde o temprano se terminaría deteniendo. Es que la fricción de las piezas móviles, el calor que se disipa por los cables y demás pérdidas de energía harían que nuestro sistema cerrado tenga fugas y a la larga (o más bien a la corta) el motor terminaría deteniéndose definitivamente.




      Extrapolando el principio de la física al mundo de los negocios podría postularse: No se le puede sacar por mucho tiempo dinero a un sistema cerrado; en el medio alguien tiene que trabajar. La fantasía de obtener cantidades de dinero sencillamente no haciendo nada puede funcionar por un tiempo pero si alguien no agrega valor a la cadena (produciendo algo o modificándolo mediante el trabajo y agregándole valor) el método está condenado al colapso.

      De eso trata el artículo de Bombilla Tapada de hoy. Conoceremos a 2 tipos (uno contemporáneo y otro algo menos) que pretendieron que se podía extraer dinero sin producir trabajo de manera eterna y así les fue a ambos. Comencemos con el más lejano

      Luego de terminada la 1º Guerra Mundial todavía habían quedado acantonados muchos soldados norteamericanos en diversos destinos de Europa. En ausencia de nada mejor, el único medio para mantener contacto con sus parientes en América eran las cartas. El gobierno de los Estados Unidos estableció un sistema de cupones postales de modo que quienes enviaban una carta hacia Europa lo hacían con la respuesta paga. Un día, un tipo recibió una carta en Boston cuya respuesta postal provenía desde España. A causa de los subsidios y la diferencia de cambio entre la peseta y el dolar el destinatario de la carta notó que si ese cupón postal fuera comprado en España, pero vendido en los Estados Unidos, estaría obteniendo un beneficio extraordinario en cada operación. El nombre del receptor de la carta era Carlo Ponzi aunque a lo largo de su carrera se lo ha conocido con múltiples nombres. Don Ponzi fundó entonces la Securities Exchange Company y convenció a algunos inversionistas de que el negocio iba a funcionar. Emitió cupones prometiendo ganancias del 50% para los que invirtieran su dinero durante 45 días y el 100% de retorno para los que dejaran en sus manos el dinero durante 3 meses.


      Ningún método de producción puede generar tanta ganancia en tan poco tiempo. Sin embargo contra los pronósticos de que Ponzi no cumpliría, sus primeros inversores recibieron sus intereses en tiempo y forma. Esto, obviamente atrajo una catarata de nuevos interesados en sumarse al brillante negocio. Quienes tenían algún dinero ahorrado no dudaban en dejarlo en manos de Carlo y aún quienes no tenían dinero en efectivo vendían o hipotecaban sus bienes a fin de conseguir los dólares necesarios para entrar en el negocio.

      Es verdad, Carlo Ponzi recibía enormes cantidades de dinero pero también es cierto que pagaba los intereses prometidos con rigurosidad. Para dar idea del formidable crecimiento de la Securities Exchange Company Ponzi la fundó en diciembre de 1919 como único accionista, único dueño y único empleado. Para febrero de 1920 la compañía contaba con 4 empleados. En junio de ese año ya tiene 30. Pero en agosto vuelve a tener ningún empleado porque, todo colapsa. Pero ¿Que pasó? ¿Como funcionaba el sistema en realidad?

      El sistema en verdad comenzó con el negocio postal pero pronto Ponzi vio que el asunto crecía más allá de lo que los cupones postales podían aportar. Como cada vez eran más los que ingresaban al negocio comenzó a pagarles los intereses a los antiguos inversores con el capital aportado por los nuevos. Los que habían recibido su dinero muchas veces volvían a re invertirlo pero además le hacían una excelente publicidad a Carlo que no paraba de recibir nuevos socios. El sistema así planteado funcionaría mientras Ponzi recibiera cada vez más socios creciendo de manera exponencial pero no cabía esperar otra cosa que la rueda se detuviera en algún momento más temprano que tarde. Y eso fue exactamente lo que sucedió. El Boston Post contrató a un analista financiero quien calculó que para repartir ese astronómico número de ganancias a esa altura hubieran hecho falta entre 160 y 200 millones de cupones postales cuando se habían emitido, como numero final de la campaña, un par de decenas de miles (27.000 para ser más exactos). Los inversionistas se desayunaron con que algo raro había en el manejo de Carlo y de la noche a la mañana el flujo de dinero de nuevos aportantes desapareció.

      Como consecuencia el "Sistema Ponzi"dejó unos 20 millones de dólares por pagar y Ponzi terminó, previsiblemente, tras las rejas.

      Unos 70 años más tarde sorpesivamente el mismo sistema volvió a usarse. Pero esta vez no fueron inversionistas particulares incautos o viudas que hipotecaban sus casas las que cayeron en la trampa sino bancos y entidades financieras cuyos analistas de riesgos, cegados por los gigantescos intereses que recibían no vieron el peligro a tiempo.

      El responsable fue Bernard Madoff fundador de la Bernard Madoxx Investment Securities. Con un poco más de refinamiento que Ponzi, Madoff combinó la estafa al mejor estilo del italiano con manejo de acciones de la bolsa y donaciones y actos de carácter filantrópico. En 1999 fue formalmente denunciado por un gestor de inversiones quien describió a la Comisión Nacional de Valores de los Estados Unidos puntillosamente los pasos seguidos por Madoff para perpetrar semejante estafa.

      Finalmente el 29 de junio de 2009 Bernard Madoff fue condenado a la nada despreciable suma de 150 años de prisión. Se le confiscaron bienes y valores por 17.179 millones de dólares (si, escribí correctamente diez y siete mil ciento setenta y nueve millones de dólares) Sin embargo este resarcimiento no alcanzó para cubrir el daño causado. Se calcula que la estafa de Madoff alcanzó los 50.000 millones de dólares (Si. Leyeron bien)

      Cuando yo era chico existía un juego que consistía en lo siguiente: Recibía uno una carta con una lista de 10 personas. Debía uno enviar una postal al primero de la lista y elegir a 5 amigos cualesquiera (que no estuvieran incluidos) para enviarles una copia de la carta con la siguiente modificación: había que quitar de la lista al primero (al que le habíamos mandado la postal) y colocarse uno mismo en el último lugar. Se suponía que si nuestros amigos seguían con el trato cuando hubieran pasado 10 vueltas seríamos nosotros los del tope de la lista y allí recibiríamos una lluvia de postales desde los lugares más lejanos e inverosímiles del mundo.

      De más está decirles que la esperada lluvia de postales fue reemplazada por una brutal sequía. Y no era para menos. Suponga usted lo siguiente: yo le escribo a 5 de mis amigos, quienes a su vez, para que yo suba un puesto en la escala le deben escribir (cada uno) a cinco amigos, y así estaré penúltimo. Pero para que esto ocurra ya estoy involucrado yo, mis cinco amigos y cinco amigos de mis amigos lo que suma 31 personas solo para que yo quede anteúltimo. Para quedar octavo de abajo hacia arriba debemos agregar a la cuenta 125 personas mas (los 5 amigos de los 25 a razón de 5 por cada amigo mio de los originales) es decir 156 personas. Para ahorrarles dolores de cabeza, para que yo llegue al tope de la lista, la última carta la deben enviar 9.765.625 personas sin contar todas las de los pasos anteriores.

      Esto que fue fácilmente comprendido por mi a las puertas de mi adolescencia es el sistema que nutre ambas estafas presentadas hoy. Sin embargo dejó atrapados a personas medianamente ignorantes durante la década del 20 y a pulcros y cultos banqueros durante la del 90 a los que no une otra cosa que la codicia.

No se puede generar riqueza eternamente si alguien en el medio no trabaja.

Parece que va a llover

Que anden bien