domingo, 31 de mayo de 2015

Vamos hacia donde nos lleva la corriente. Edison y Tesla

      Con los bríos propios de la juventud y la novedad en su cargo, el nuevo bibliotecario francés de Bombilla Tapada consiguió permiso del Consejo Supremo para realizar la digitalización de los ejemplares más valiosos de la biblioteca a su cargo. Sostuvo como pretexto para tal petición que las hojas de los antiguos libros almacenados en las salas de atmósfera controlada de la biblioteca se dañan con el manoseo, aún el más cuidadoso y que una vez convertidos al formato digital los podría consultar cualquiera que lo requiriera sin ningún tipo de restricción. Labradas las actas correspondientes y aprobado el presupuesto comenzó la tarea de montaje de una sala contigua al Gran Salón de Nogal donde funcionará el laboratorio de edición digital del Blog. Los Supremos Consejeros, asimismo, incluyeron en el presupuesto la instalación de un complejo sistema de imagen y sonido de modo que los miembros del blog no solo puedan acceder a los contenidos de la biblioteca sino también disfrutar de conciertos, óperas y documentales con la mejor calidad disponible hoy en día.

      Uno de los miembros del departamento de Tecnología Aplicada de Bombilla Tapada, mirando a su alrededor dentro de la sala hizo mención a cuantas cosas de las que se podían disfrutar allí tenían su origen en algún invento de Thomas Edison. La iluminación eléctrica, la grabación de sonidos, el registro filmográfico, la distribución misma de la electricidad casa por casa son todos beneficios que le debemos al mago de Menlo Park a decir de nuestro colega. Surgió entonces de entre la concurrencia la extraña pero bien conocida voz de nuestro experto en Arqueología Precolombina, un investigador serbio, llegado a América hace años pero que no ha podido sacarse su particular acento balcánico y que aún conserva serias dificultades para pronunciar el nombre de Tenochtitlán, a pesar de dedicarse al tema. Con gesto adusto y voz grave, el serbio encaró con seriedad a quien elogiaba e Edison recordándole del modo más vehemente posible que nada de eso hubiera llegado a nuestras manos si no fuera por un serbio al que don Thomas Alba le había robado la mitad su trabajo. El defensor de Edison sonrió con sorna y eso fue suficiente para que comenzara una batahola de considerables dimensiones que puso en riesgo no solo la integridad física de los presentes sino también al costoso y moderno equipamiento de la sala para desesperación del bibliotecario.

      Afortunadamente nadie salió lastimado pero si ofendido dado que la reyerta incluyó múltiples acusaciones cruzadas entre los dos bandos que se habían formado. El uno en favor de Edison, el otro en defensa de un tal Nikola Tesla, quien será a causa de la pelea, el protagonista de la presente nota. Traigan ropa liviana que en julio en Europa es verano.

Nikola Tesla
      Comenzamos nuestra historia de hoy en Smiljan, un pueblo que alguna vez perteneció a Yugoslavia (que ya no existe) pero que en el momento en que nos situamos estaba dentro de la esfera de poder del Imperio Austro-Húngaro (que tampoco existe más). Para complicarla aún más esa localidad pertenecía en esos momentos a Serbia pero hoy forma parte del territorio croata. Por lo tanto Nikola Tesla es técnicamente serbio aunque terminó sus días adoptando la nacionalidad estadounidense. Y a todo esto nació el 10 de julio de 1856. A los 6 años ingresó en la escuela y cursó los 4 años de estudio previstos, en 3. Una vez terminada la secundaria, diez años más tarde, ingresó a la universidad de Graz y se interesó por el nuevo juguete de la ciencia: la electricidad. Para ese momento la electricidad era poco menos que una novedad solo entendida por científicos pero ya se le estaban comenzando a encontrar algunos usos prácticos. De hecho, para ese entonces ya existían los telégrafos (uno de los primeros usos prácticos de la electricidad. Por primera vez el hombre podía transmitir mensajes a enormes distancias casi de manera instantánea) y Hungría ya tenía su propia compañía de comunicaciones. Abandonando sus estudios por la mitad, Nikola encontró trabajo en Budapest. Cuando en 1881 se pretende establecer la primera compañía de teléfonos Tesla ya era el jefe de electricistas de la compañía. Con más libertad de acción, Nikola Tesla no solo cumple con las tareas encomendadas sino que se pone a innovar e inventar nuevos aparatos. Y aquí aparecen los problemas.

      Al parecer Nikola Tesla tenía una memoria fotográfica. Él mismo comenta en su autobiografía que memorizaba libros enteros. Su forma de pensar y de llevar adelante sus desarrollos no era la convencional. Cuando le surgía un proyecto o una idea, según se cuenta, ésta aparecía completamente terminada en su cabeza. Sin Esquemas, sin desarrollos, sin anotaciones. Como una especie de revelación. Se cree que en sus últimos momentos en Budapest desarrolló el primer amplificador de que se tenga noticias, pero al no haber quedado planos o anotaciones al respecto, todo queda en el terreno de la especulación. Al año siguiente abandona todo en Hungría y se establece en París. Trabaja para la Continental Edison Company. Allí se encarga de montar equipos eléctricos provenientes de más allá del océano fabricados por quien en breve seria su jefe, y en poco más que breve dejaría de serlo.

Thomas Edison
      En 1884 viaja a Estados Unidos con una mano atrás y una carta de recomendación adelante. Llega a las oficinas de la Edison Machine Works y muy a pesar de los elogiosos conceptos de la carta Edison de da trabajo como electricista raso con un salario semanal de U$S 18 (72 dólares al mes). Luego de solucionar algunos inconvenientes técnicos que se le habían presentado a don Thomas, el dueño de la firma lo invita a echar mano de los motores y generadores de corriente continua que él utilizaba. Edison menciona (todo de palabra así que es incomprobable) que si Tesla fuera capaz de resolver los problemas técnicos que ambos sistemas tercamente presentaban, le pagaría US$ 50.000 (que a dinero de hoy serían unos 1.100.000). Tesla lo hizo y, tímidamente reclamó su premio:

- Vea, Nikola - le sonrió Edison - tal parece que usted no logra entender el humor Norteamericano.

      Poco tiempo después, Tesla le pidió un aumento en sus remuneraciones semanales de los U$S 18 consignados anteriormente a U$S 25 en función a las múltiples contribuciones que este venía haciendo a la empresa del Norteamericano y que sin duda lo habían ayudado a facturar más. Edison se los negó. Tesla renunció de forma inmediata. La energía eléctrica crecía enormemente. Los motores eléctricos comenzaban a desplazar a los peligrosos y pesados sistemas a vapor. La demanda de nuevos productos y mejoras en los existentes requería de mano de obra especializada y también de fuerza bruta. Pero para desgracia de Tesla, casi todas las áreas del negocio estaban monopolizadas por Edison y su compañía. Mientras encontraba la manera de llevar adelante sus ideas, tenía ya completo en su cabeza el motor de inducción y otros dispositivos que utilizaban campos magnéticos rotativos, trabajó cavando zanjas para instalar cables....de la Edison.

George Westinghouse
      En 1888 conoció a George Westinghouse. Si a alguno de ustedes le suena este apellido como marca de electrodomésticos aún existente sepan que se trata efectivamente de la Westinghouse Electric & Manofacturing. En realidad George Westinghouse no hizo su primer dinero con la electricidad sino con el vacío. El bigotudo neoyorquino había inventado el freno neumático para trenes, sistema que aún hoy sigue en uso en los trenes traccionados. Ese dinero le permitió realizar inversiones en la creciente industria eléctrica y escuchó con interés las revolucionarias ideas del serbio. La electricidad estaba por dar el gran paso de la industria a los domicilios particulares. Para ello había que diseñar una red de distribución domiciliaria y Edison llevaba las de ganar dado que casi todos los motores y escasos artefactos eléctricos existentes  llevaban su firma. Pero el sistema con el que éste se manejaba (la corriente continua) tenía no pocas dificultades para enviar energía por un cable durante trayectos muy largos. La corriente continua de Edison  recalentaba los cables y esa disipación de energía se reflejaba en una caída de la tensión a lo largo del tendido. En cambio el sistema de Tesla de corriente alterna tenía la enorme ventaja de que, a mayor tensión menor pérdida. Por lo tanto lo que Nikola le propuso a Westinghouse fue, enviar altas tensiones durante el transporte e instalar cerca de las casas transformadores que bajaran esa tensión a una magnitud utilizable en los aparatos e iluminación. Se desató entonces lo que la prensa del principio del siglo XX llamó "La guerra de las Corrientes".

     Edison se alió con John Pierpont Morgan, un banquero cuyas iniciales permanecen aun hoy en el medio financiero como J.P.Morgan (o la Banca Morgan llanamente). Por su parte, en el otro rincón del ring se encontraba Tesla y Westinghouse. Edison venía acostumbrado a ganar todos los rounds casi sin rivales que se le opusieran y se puso más que nervioso ante la re aparicion de Nikola Tesla frente de él. El norteamericano eligió el camino de desacreditar a la corriente alterna de Tesla calificándola como peligrosa. Encargó a Harold Brown, uno de sus empleados, el diseño de la "silla eléctrica" alimentada con la corriente alterna. El mecanismo se mostró más que eficiente en matar por electrocución a perros y gatos, para horror de los asistentes a las demostraciones. El mensaje implícito era: "Imagine usted tener semejante peligro dentro de su casa". El morboso show final consistió en la electrocución de un elefante de carne y hueso. (Existen registros fílmicos de semejante salvajada pero no está en nuestro ánimo ser más ilustrativos que lo necesario en este caso). A los pocos días Tesla se presentó ante el público de Nueva York e hizo pasar por su cuerpo una corriente alterna, convenientemente aislado del piso, sin sufrir ningún tipo de inconveniente o molestia. Pero el golpe final para la corriente de Edison vendría por el lado del dinero y no de las exhibiciones morbosas.

      En 1893 se llevó adelante la Feria Mundial de Chicago y sus organizadores pretendían que durante las noches fuera iluminada con luz eléctrica. Edison y Morgan pasaron un presupuesto para hacerlo al comité organizador. Tesla y Westinghouse presentaron la misma propuesta pero por la mitad de precio. Los inversores norteamericanos quedaron fascinados con el sistema de Tesla y sus 1.000 lámparas incandescentes encendidas al mismo tiempo y contrataron a Westinghouse para construir la primera usina eléctrica comercial junto con el sistema de distribución. Ganó Tesla.

      Nuestro protagonista creó también un mecanismo para transmitir corriente eléctrica sin cables. Diseñó el primer transmisor de radio. Trabajó con los rayos X. Creó la lámpara fluorescente. Descubrió que la Tierra resuena en una frecuencia de 8 Hz y por lo tanto los fenómenos eléctricos pueden propagarse a través de la atmósfera. Fue capaz de detectar rayos que caían a la Tierra a centenares de kilómetros de distancia y estudiando este fenómeno descubrió ondas de radio provenientes del espacio. Afirmó haber diseñado el "teslascopio" para registrarlas. Nada queda de aquel aparato pero de ser así también hay que adjudicarle la invención de la radioastronomía. En sus descubrimientos se basa la invención posterior del radar.

      Luego de la instalación de la usina de Niagara Falls, cedió las patentes a Westinghouse y siguió sus investigaciones por si solo. A pesar de sus enormes contribuciones a la ciencia y a la calidad de vida de la población, Tesla por su personalidad y modo de encarar su trabajo, gano fama antes de científico loco que de hombre de ciencia respetado.

Tesla anciano
      Murió a la longeva edad de 87 años si bien no en la miseria, cuanto menos pasando apremios económicos siendo que sus invenciones le hubieran permitido vivir en la opulencia. Varias veces durante su vida corrió el rumor que sería el beneficiado por el Premio Nobel de física cosa que tampoco nunca ocurrió. Solamente recibió un premio en toda su larga vida por sus trabajos.






      El Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos de los Estados Unidos instituyó en 1904 un premio anual a algún científico o técnico que hubiera destacado de entre los demás por sus labores en el área. Una medalla de oro y diploma muy codiciados aún hoy en día. El Instituto decidió entonces entregársela a Tesla en 1916. Paradójicamente el premio lleva por nombre: Medalla Edison.

      Probablemente, como siempre ocurre, no hayamos logrado transmitir el mensaje que corre por debajo de la historia principal. Edison puso a su nombre más de 1.200 patentes (tanto propias como de colaboradores) a lo largo de su vida y, por lo tanto, cobró regalías por la utilización de sus inventos. Tesla no se preocupó por eso. Edison terminó sus días millonario. Tesla en la pobreza. A Edison lo conoce todo el mundo. A Tesla lo tenemos que rescatar con una soga desde el fondo de la historia.

En este sencillo acto, Bombilla Tapada se declara Teslaadicto.

Que anden bien.




lunes, 25 de mayo de 2015

Se me ha perdido un rinoceronte y dicen que el Papa León X lo tiene

      De una edad incierta pero cercana a los 90 años o más el Ujier de Cámara de Bombilla Tapada es toda una personalidad en si mismo. Miembro de una familia dedicada desde hace mucho tiempo a la diplomacia, fue criado en diversos lugares exóticos del mundo acompañando a su padre en sus tareas junto con el resto de la familia. Una sórdida historia amorosa nunca del todo aclarada lo llevó a actividades más sedentarias y luego a pertenecer al staff del blog. Sus historias de aventuras vividas durante su infancia y adolescencia en extrañísimos lugares del globo lo convierten en un animador privilegiado en las tertulias posteriores a los numerosos banquetes con que se halagan los cofrades, cuando no se queda dormido en un sillón en parte por su edad avanzada y en parte por su predilección por el vino tinto de Cádiz. 

Tilacino
      Una de sus historias predilectas refiere a la ocasión en que junto con su padre visitaron, durante su misión en Australia, el zoológico de Hobart donde pudo ver al último tilacino vivo en cautiverio. El tilacino es un extraño lobo marsupial de Tasmania que realmente impresionaba al abrir su boca debido al desproporcionado tamaño de esta en comparación con los caninos que hoy conocemos. Lo único que podemos apreciar de él hoy en día son algunos ejemplares embalsamados, unas filmaciones bastante toscas y ciertas fotografías. El Australian Muesum de Sydney sostiene un proyecto para clonar al animal partiendo de ADN contenido en especímenes conservados en formol. Quizá gracias a este adelanto tecnológico el resto de los miembros del blog y ustedes queridos lectores lleguemos a conocer a un tliacino vivo. Por lo pronto el único que lo ha logrado es nuestro anciano ujier.

    Las filmaciones, las animaciones por computadora, los documentales, las fotografías, la palabra impresa y los mismos zoológicos nos permiten conocer los aspectos, costumbres, alimentación y curiosidades de casi cualquier especie sobre la tierra. Si tuviéramos que remitirnos sólo a las que hemos de ver a simple vista en nuestro lugar de residencia conoceríamos solo perros, gatos, algún que otro caballo, vacas y ovejas con suerte y obviamente moscas, hormigas y las ecuménicas cucarachas. Pero de este lado del globo nadie sabría como es un león o un elefante. Del mismo modo Europa no conocería el aspecto de los loros y los coloridos papagayos. Nuestro especialista en Arte y Curador de la exposición permanente de Bombilla Tapada en seguida recordó una interesante situación que a ese respecto ocurrió en Europa en los 1500 y que involucra nada menos que a rinocerontes. Vengan conmigo, les pedimos que, dado que está prohibido tomar fotografías, dejen sus cámaras en estos lockers que se ven a la derecha.

Manuel I de Portugal
      Desde la época del imperio romano (primeros siglos de la era cristiana) ningún rinoceronte había pisado tierra europea. Esto en realidad no constituye ninguna novedad dado que de manera natural es imposible encontrar semejante perisodáctilo en suelo europeo, sin embargo la llegada del primero desató una suerte de rinocerontemanía entre sus habitantes. Portugal tenía varias colonias en lo que hoy es la India (llamadas en un derroche de originalidad Indias Portuguesas). Su gobernador Alfonso de Alburquerque recibió un exótico regalo por parte del Sultán Muzafar II gobernador de Guyarat, una de las provincias de la India. Era común por ese entonces que los jefes de estados amigos se intercambiaran regalos como demostración de esa amistad. Claro que no estaba bien visto regalar llaveros o pares de medias como hoy. En el intercambio de regalos, a Alfonso le tocó un rinoceronte. Podemos sospechar la alegría por haber recibido semejante presente. Tanta habrá sido que a su vez decidió que su nueva mascota no permaneciera con él sino que la envió a su rey Manuel I de Portugal junto con su cuidador (el del rinoceronte, se entiende). En enero de 1515 el rinoceronte partió desde el puerto de Goa con rumbo a Lisboa, pero ya durante el viaje despertó una enorme curiosidad. El barco se vio obligado a hacer escalas en Mozambique, Santa Helena y las islas Azores para que sus habitantes pudieran ver al exótico animal.

Historia Natural de Plinio
      Durante los 120 días que duró el viaje a alguien en Portugal se le ocurrió que sería una buena idea agregar a la Torre de Belem, que estaba siendo construida sobre la desembocadura del río Tajo, unas gárgolas en forma de rinoceronte, en honor al futuro huésped de la casa de fieras del rey. El problema era que para ese entonces nadie sabía demasiado bien como demonios lucía uno, las imágenes que podían encontrarse sobre rinocerontes en grabados y manuscritos, lo hacían compartir ecosistema con unicornios, sirenas y dragones. Es más, las costumbres de los rinocerontes casi que pertenecían al terreno de la mitología. Era vox pópuli (gracias a ciertos relatos llegados desde la antigua Roma) que los rinocerontes y los elefantes se odiaban mutuamente sin ningún tipo de fundamento basado en una experiencia real. Es más, en estado natural, los rinocerontes y los elefantes pasan de la total ignorancia a la indiferencia más profunda, sentimiento que es recíproco. Finalmente el rinoceronte arribó a puerto y fue paseado por las calles hacia su destino en el Palacio de Ribeira ante el asombro y el júbilo de la población lisboeta. Para demostrar que no en vano era el rey, Manuel I organizó entonces una batalla entre un elefante (que tenía en la Casa de Fieras del Palacio dos Estaús) y su reciente regalo. El 3 de junio de 1515 se "enfrentaron" ante una multitud que se contentaba con solo ver en persona a esa extraña criatura. El combate fue un fiasco. Muy a pesar de la opinión del naturalista  romano Plinio el Viejo acerca del odio mutuo innato de ambas especies, el rinoceronte avanzó con curiosidad hacia el elefante y éste, quizá aturdido por la multitud que había ido a ver a su contendiente, procedió a huir lo más rápidamente posible de la arena sin presentar batalla.

      En ausencia de fotógrafos (faltaban unos 5 siglos para que los hubiera) el registro gráfico de la presencia del rinoceronte en tierras europeas corría por cuenta de los artistas, dibujantes y pintores. Eso si, los que quisieran retratarlo debían apurarse porque Manuel I tenía otras intenciones para con el bicho en cuestión.

Papa León X
      Si tomaron en consideración los años en los que transcurre nuestra historia de hoy habrán notado la cercanía temporal con el descubrimiento de América. Plena época de descubrimiento de nuevas tierras, particularmente por parte de navegantes Españoles y Portugueses el Papa León X era constantemente citado a oficiar de árbitro entre las dos potencias marítimas y legitimar la posesión de una u otra sobre territorios recientemente avistados. Tratando de ganarse su favor en el caso de nuevas tierras de Extremo Oriente sobre las que Portugal pretendía obtener derechos, Manuel I estimó que nada mejor que un rinoceronte para torcer la voluntad papal. Y allá partió nuevamente el pobre animal (me refiero al rinoceronte), esta vez rumbo a Roma por el Mediterráneo en diciembre de 1515. De paso por Marsella Francisco I de Francia no quiso dejar pasar la oportunidad de verlo en persona y en una isla cercana a la costa, nuestro protagonista tocó tierra (por última vez) para que el rey pudiera conocerlo. Finalmente el 24 de enero de 1516 zarpó nuevamente. Una tormenta lo sorprendió frente a Porto Venere, a pocos cientos de metros de la costa y el barco se fue a pique. La mayoría de los tripulantes del barco pudo alcanzar la playa nadando, pero el rinoceronte, en la bodega, enjaulado y encadenado no tuvo suerte. Su cuerpo apareció días mas tarde en las costas de Villefranche sur Mer y su piel fue enviada nuevamente a Lisboa donde un taxidermista lo reconstruyó y fue despachado, ahora disecado, rumbo a Roma nuevamente. Por muy rinoceronte que fuera no causó la misma impresión en el Papa León X que si hubiera estado vivo. De hecho no se sabe a ciencia cierta donde fue a parar el regalo de Manuel I.

Alberto Durero
      De todos modos durante su breve paso por Portugal, el rinoceronte fue retratado como correspondía al interés que había despertado. Uno de los grabados más famosos del animal fue realizado por Albrecht Dürer (Latinizado como Alberto Durero) el más famoso artista alemán de todo el renacimiento. Durero realizó la matriz de su famoso grabado sobre madera y por lo tanto se imprimieron muchísimas copias aún luego de su muerte en 1528.  El problema es que Durero nunca estuvo en Portugal y el rinoceronte nunca estuvo en Alemania, por lo tanto jamás se vieron cara a cara. Entonces ¿Como hizo para dibujarlo?




Rinoceronte de Durero
      Un mercader de Moravia, cerca de la actual Austria, llegado a Lisboa vio al rinoceronte en persona y quedó fascinado. Le escribió a un amigo en Nüremberg una carta describiendo al animal. Esta fue la primer noticia que se tuvo en Alemania acerca de la existencia de semejante bicho en suelo europeo. Probablemente el nüremburgués haya pedido más precisiones con lo cual el moravo mandó una segunda carta junto con un boceto realizado por un artista del que no se conserva ningún dato. De allí que Durero le haya pifiado un poco al diseño del animal original. En lugar de los pliegues que el rinoceronte tiene, Durero lo acorazó con placas parecidas a una armadura medieval. En apariencia, el boceto que copió el alemán fue realizado durante el traslado del animal hacia el barco que lo llevaría hacia Roma. Esta sospecha se debe a que según anotaciones de la época el rinoceronte fue adornado con un paño verde al rededor del cuello que el bocetista incluye (obviamente en blanco y negro) y que Durero transforma en una pieza más de la armadura natural del rinoceronte. En el grabado de Durero puede verse que el rinoceronte tiene una especie de gorjal, que es la pieza con que los caballeros andantes cubrían su garganta, cosa que en absoluto posee nuestro protagonista. Pero el error más evidente es el segundo cuerno que Durero le incluyó al rinoceronte sobre los hombros y que tampoco tiene el animal de carne y hueso.

      En 1741 llegó Clara al puerto de Roterdam en Holanda. Se trataba de un rinoceronte hembra que el capitán del Knappenhof (el barco que la transportaba) trajo desde Bengala. Habían pasado más de 200 años desde la muerte del primero de sus congéneres y si bien hubo más de un ejemplar entre ambos en Europa, la llegada de Clara desató otra vez la furia rinocerontística (Si es que tal término existe) entre los artistas europeos de la época. Clara fue modelo de cuadros, tapices y hasta estatuillas de pocelana. Paseó por casi toda Europa: desde Holanda donde desembarcó, hasta Francia e Italia, pasando por la actual Polonia, Dinamarca y hasta el Reino Unido.




      Lo llamativo es que durante los 200 y algo de años que pasaron entre ambos rinocerontes, la única referencia que naturalistas y artistas tuvieron a la hora de plasmar a uno de ellos fue el grabado de Durero que contenía no pocas inexactitudes y bastante de imaginación.

      Hoy cualquiera de nosotros con una cámara o un celular vuelve del zoológico con cientos de fotografías de alta definición de la cantidad de animales que guste, por más exóticos que sean. Hasta los libros infantiles para colorear lucen estampas de animales que sería imposible que uno viera con sus propios ojos por incompatibilidad geográfica. Cualquier revista puede traer imágenes del Taj Mahal o la Gran Muralla China o un documental les puede mostrar las profundidades del Amazonas o la cima del Everest sin que uno siquiera se despeine. Debemos agradecer vivir en una época en donde todo esto es posible. Para todo lo demás existe Bombilla Tapada.

Que anden bien.




domingo, 17 de mayo de 2015

Un tío que te hace el cuento, más que tío es un estafador

      El lujo, las comodidades y la opulencia con la que son mantenidos los miembros del staff de Bombilla Tapada llaman la atención aún al lector menos curioso. Costosas maderas, antiguas obras de arte, artesanales muebles y invaluables alfombras son los elementos que rodean a diario a los profesores, licenciados y doctores que llevan adelante las investigaciones. Por supuesto que los catedráticos que trabajan para el blog también reciben importantes ingresos acordes con sus famas y capacidades. La fundación que sostiene semejante nivel de gastos no solo exige a sus contratados el nivel académico acorde sino una férrea rectitud moral. Aunque los controles a veces fallan.

      Departiendo amablemente luego de la cena, entre habanos y pocillos de exquisito café Illy, algunos de los miembros del staff relacionaban la rectitud moral con la dificultad para ser estafados. Sostenía uno de ellos que uno de los requisitos casi indispensables para ser víctima de una estafa son una ambición desmedida o la visión de sacar gran ventaja de una situación. En general el estafador tienta a su víctima con ganancias fáciles o desproporcionadas o ambas cosas al mismo tiempo. En los principios del siglo XX las víctimas para cierta estafa particular eran escogidas entre los inmigrantes europeos recién llegados a la ciudad de Buenos Aires, que eran muchos. Normalmente consistía en una persona que le refería al recién llegado que un tío suyo (del estafador) había muerto en Europa dejándole una suculenta herencia. El estafador necesitaba juntar algunos pesos para solventar el pasaje, los cuales serían devueltos con creces a su retorno una vez cobrada la abundante herencia del tío muerto. Tanto éxito tuvo el sistema que todos los timos en donde no se ejercía violencia recibieron el nombre genérico y popular de "Cuento del tío". Tan efectivo fue el método que los emigrantes italianos recibían antes de embarcar hacia aquí advertencias en contra de la "truffa all´americana" (estafa a la americana).

      Precisamente uno de los integrantes del Comité de Admisión del blog formaba parte de la charla razón por la cual la presente nota, a instancias de él y por unanimidad de los votos del Comité, consistirá en un catálogo breve pero contundente de los más ingeniosos cuentos del tío que hayamos podido recolectar. Dejen sus billeteras y tarjetas de crédito en sus casas, por precaución, y abran lo más posible los ojos que ya comenzamos.





      La escena en una calle concurrida, un día hábil en horario bancario. La víctima camina por la vereda. El Tío aún no se deja ver. Delante de la víctima camina una señorita. Esta mete la mano en su cartera para sacar algo (los cigarrillos, el celular) y en ese movimiento se le cae descuidadamente un grueso fajo de billetes. Esto ocurre frente a los ojos de nuestro futuro estafado. Cuando la víctima se va a agachar para levantarlo del suelo, quizá para devolverlo, aparece intempestivamente una tercera persona que le gana de mano.

- Acá debe haber como trancaycuatromil dólares - le dice el recién llegado con el fajo de billetes en la mano a nuestro próximo damnificado. El cálculo de la cifra es a ojo, ninguno de los dos tuvo tiempo ni oportunidad para contar el dinero pero se ven muchos billetes verdes - ¡Vamos a repartirlo entre los dos! - lo apura.
En eso, con cara de desesperación vuelve la señorita que ha perdido el dinero.

-¿No vieron un fajo de billetes que se me cayó? - pregunta nerviosa
-No, no, No vimos nada - toma rápidamente la palabra el Tío escondiendo el fajo en el bolsillo de la campera de la víctima. Ya está, el futuro estafado ha quedado involucrado en el lío. Si no dice nada es cómplice del robo. Si denuncia al Tío frente a la señorita va a tener problemas con él.
- Sin embargo- continúa la chica - un tipo por allá me dijo que ustedes lo habían agarrado. Voy a buscar a la policía.- informa y se va a paso vivo por donde vino.

     Hay que hacer algo rápido. Entonces el Tío tiene una idea genial.
- ¿Cuanto efectivo tenés? - le pregunta a su víctima en tono perentorio
Aturdido, el potencial estafado mira su billetera. Tiene ahí el dinero para su almuerzo, para recargar la SUBE y unos pesos extras por si acaso. Con suerte unos 300 pesos.
-Dámelos y quedate con todo vos - le dice el tío estrujando los billetes - Rajá antes de que vuelva la mina con la policía! - lo apura.

      Nervioso aún el estafado (que aún no ha reconocido su nueva condición) sospecha que ha hecho el negocio de su vida. Se aleja del lugar rápidamente, casi corriendo. Se está llevando un fajo de varios miles de dólares a cambio de 300 pesos. Camina a paso vivo hacia un lugar tranquilo donde poder verificar efectivamente que cantidad de billetes se ha llevado mientra los aprieta fuertemente dentro del bolsillo de su campera. Va imaginando que quizá le alcance para darse esas vacaciones que se adeuda y que siempre soñó. O quizá pueda cambiar el auto. O regalarle a su novia un año entero de gimnasio. Si la moral le cuestiona su accionar la respuesta será que, si no se lo llevaba él, el fajo estaría en manos del otro sujeto. Al fin y al cabo la descuidada fue la señorita que no prestó la atención debida a semejante cantidad de dinero. Y bueno, hay que ser piola. hay que ser avispado, la tonta fue ella que los perdió y el vivo es él que los consiguió por 300 pesos roñosos.

      Un zaguán hospitalario le da la posibilidad de extraer el fajo de su bolsillo y efectuar un recuento superficial de la cantidad. Luego en la oficina, o mejor aún en su casa, contaría con exactitud y guardaría su nueva fortuna en un lugar seguro. Mientras abre la mano en la que tenía los billetes siente un sudor frío corriéndole por la espalda. Una brutal bajada de presión sanguínea. Un leve desvanecimiento. Cortados del tamaño de los billetes auténticos nuestro amigo tenía en su mano un fajo de varios cientos de trozos de papel de diario. El tío metió en su bolsillo, justo en el momento en que la señorita volvió reclamando su dinero, el fajo falso en lugar de el paquete verdadero que había visto al principio.

      El origen del término "mocho" proviene del latín "mutilus" que se aplica a un animal que carece de alguna de las partes de su cuerpo. Principalmente un animal con cuernos a los que se los ha despuntado. Por añadidura toda aquella cosa a la que le falta una parte, se la llama mocha. Paralelamente una de las acepciones de la palabra italiana "tocco" es: mucha cantidad. Por lo tanto, el Tío ha bautizado a esta estafa como "Tocomocho" es decir el fajo de billetes al que le falta lo más importante; los billetes.

      Hubo una época donde las peluquerías tanto masculinas como femeninas abrían hasta los domingos. De ahí que continúe la costumbre en algunos locales del ramo de permanecer cerrado los lunes a modo de descanso. Las mujeres concurrían no solo a cortarse el pelo sino tan solo a hacerse peinar o pintar las uñas. Los hombres a retocarse la "pelusa" (esos pequeños pelos que crecen sobre la nuca) o a afeitarse a navaja. Las peluquerías eran casi sitios de reunión social y el peluquero (que no se llamaba coffieur ni nada parecido) oficiaba de amigo, consejero, confesor y psicólogo. Si bien el "cuento del Tío" a relatar es de resultados económicos magros, nos gusta por su elegancia.

      El hecho transcurre en una peluquería medianamente concurrida. Un caballero ingresa con un niño y se sientan ambos en las sillas dispuestas al rededor de una mesa ratona llena de revistas medianamente nuevas. Esperan a que les llegue su turno para cortarse y el primero que avanza es el caballero. Mientras el peluquero hace su trabajo charlan de trivialidades: el clima, el fútbol o algún acontecimiento reciente. Cuando el peluquero termina su tarea, previo reglamentario cepillado de las ropas del cliente para eliminar cualquier vestigio de cabello cortado, el caballero se pone de pié y llama al niño que había entrado con él:
- Nene, vení - le ordena

El muchacho se levanta y toma su lugar en el sillón de corte, frente al espejo.

-Vaya cortándole a él - le pide el cliente mirándose en el gran espejo y acomodándose el saco - Mientras tanto yo voy a comprar cigarrillos acá al lado y vengo. ¡Portate bien! - le deja como advertencia al niño mientras se retira.

      El peluquero realiza su corte y espera por el retorno del padre del muchacho. Debía abonarle tanto el corte de él como el del niño. Habían pasado más de 15 minutos, tiempo más que suficiente como para comprar los cigarrillos anunciados y hasta de haberse fumado un par. El peluquero comenzó a impacientarse.

-¿Tardará mucho tu papá? - le pregunta finalmente el peluquero al niño
-¿Mi papá? - se sorprende el muchacho - No es mi papá. Ni siquiera lo conozco. Es un tipo que pasó por la calle y me preguntó: Nene ¿Querés cortarte el pelo gratis?

      El último que vamos a presentar en cambio, tiene un resultado económico suculento como así también un procedimiento mucho más elaborado. La escena transcurre a mediados del siglo XX en pleno centro de la Capital Federal.

      Frente a las puertas de una de las joyerías más caras y lujosas de la ciudad estaciona un suntuoso automóvil negro conducido por un chofer de uniforme. En el asiento de atrás, una elegante dama ricamente vestida espera a que el chofer se apee del auto y le abra la puerta trasera. El conductor le tiende una mano enguantada a la dama quien se toma de ella para salir del vehículo y dirigirse hacia la puerta del local. Los empleados de la joyería se codean entre ellos y se relamen de antemano, saben que quien atienda a semejante clienta se ha de llevar una suculenta comisión por la venta. Alertado, el gerente del local les pincha rápidamente el globo. Él en persona atenderá a tan importante clienta. Aunque aún no saben a ciencia cierta, quién es.

La dama ingresa mientras que el chofer permanece a la espera dentro del vehículo estacionado.

- Buenas tardes - sonríe el gerente - Bienvenida ¿En que la podemos ayudar?
La dama le tiende su mano y la estrecha débilmente con la del empleado esbozando una sonrisa de mucha menor intensidad que la del vendedor.
- Vea - comienza la dama - soy la esposa del Doctor Fagundez (El nombre es ficticio pero hacía referencia en su momento al psiquiatra mas conocido y mejor pago de la ciudad) y resulta que la madre del doctor, mi suegra, cumple este fin de semana 80 años. Queremos hacerle un regalo que esté acorde a la situación, realmente mi marido no se fija en gastos cuando se trata de su madre.
- Comprendo - le brillaron los ojos al gerente - sígame por aquí - le dijo indicando el camino hacia una sala privada.

      El vendedor invitó a la dama a tomar asiento frente a un bello escritorio lustrado y abrió una caja fuerte que se encontraba empotrada en la pared. Desde dentro le respondió un brillo de metales bruñidos y piedras multicolores. Con ojo de conocedora, la dama fue descartando algunas piezas e interesándose en otras hasta que luego de unos minutos se decidió por una de ellas. Una gargantilla de platino y esmeraldas haciendo juego con aros y anillo del mismo metal y piedras. Su costo: una verdadera fortuna, pero como ella le había advertido al gerente de la joyería, el Doctor Fagundez no se fijaría en gastos a la hora de homenajear a su madre en su 80 aniversario.

- Comprenderá que una mujer como yo no puede andar con semejante suma de dinero encima - le confió la dama al gerente - Y al Doctor Fagundez no le gusta andar con cheques y trámites bancarios. Si se toma la molestia de acompañarme a su consultorio le pagará ahora mismo y en efectivo. Luego mi chofer, Antonio, lo traerá de nuevo aquí para que su dinero viaje seguro.

      Al gerente le pareció totalmente correcto. En una época en la que no existían comunicaciones digitales no había nada más seguro que el pago en efectivo. Por otra parte el gerente había decidido internamente no perder de vista a las joyas hasta no estar frente al Doctor reclamando el pago. Colocó las joyas en una caja de madera negra con goznes de bronce y forrada en terciopelo azul intenso que parecía hacer brillar al platino aún más. La cerró y la colocó en una caja de cartón blanco con el logo de la joyería impreso en dorado. Avisó a los empleados que se ausentaría por un rato y caminó detrás de la dama hacia la puerta conservando la caja en su mano.

      Subieron ambos al automóvil bajo la atenta mirada del chofer quien los esperaba con la puerta trasera abierta. Recorrieron las transitadas calles hacia el barrio de la Recoleta donde se encontraba el consultorio del doctor. Ingresaron al edificio traspasando las enormes puertas de roble labrado y manillares de bronce.

- Buenas tardes Martha - saludó la dama con familiar cortesía a la recepcionista del consultorio
-Buenas tardes señora - le respondió la secretaria del afamado médico - Pasen, pasen - agregó entusiasmada - el doctor los está esperando. Un gran diploma de elegante letra y algunos certificados adornaban la pared del consultorio del Doctor. Ambos ingresaron invitados por la amplia sonrisa del profesional. El doctor apartó del escritorio una elegante silla con brazos tapizada en cuero color cereza y realizó un gesto hacia el gerente de la joyería invitándolo a sentarse.

La dama entonces tomó la caja que el gerente había puesto delante de sí sobre el escritorio. - Los dejo - dijo - Ustedes tienen cosas de que hablar. Dijo la elegante señora y ambos, doctor y gerente, asintieron con una sonrisa. Eran épocas en las que involucrar a una mujer en conversaciones sobre temas de dinero era considerado de mal gusto. La dama salió y ambos hombres quedaron a solas.

- Bien, usted me dirá - comenzó abriendo el fuego el doctor.
- Si, por supuesto doctor - sonrió el gerente - a eso he venido. Son 312.000 pesos
- Caramba - dijo el médico - Parece que su esposa estaba en lo cierto...

El gerente no terminaba de comprender que estaba queriendo decir el psiquiatra pero comenzó a sospechar que algo no andaba como lo previsto.

-¿Mi esposa? - preguntó sorprendido el gerente - ¿Y que tiene que ver mi esposa con todo esto?
- Intentemos otra cosa - se acomodó el doctor en su asiento - ¿Desde cuando comenzó con estos síntomas?
-¿De que síntomas me habla? - comenzó a inquietarse el joyero pasando ya de la duda a la certeza de que las cosas no estaban saliendo bien - Son 312.000 pesos los que me tiene que pagar por la gargantilla, los aros y el anillo que se llevó su mujer. Sea tan amable de pagarme y me retiraré por donde vine.
- Hábleme de sus padres - trató de tranquilizarlo el psiquiatra - ¿Como era su relación entre el dinero y ellos?

     En la calle el lujoso vehículo con chofer avanzaba velozmente hacia la agencia de alquiler para ser devuelto a tiempo. Antonio (en realidad no se llamaba así), despojado ya de su disfraz de chofer lo conducía lo más rápidamente posible pero sin cometer ninguna imprudencia que llamara la atención. En el asiento del acompañante, su cómplice, aún con las lujosas ropas compradas ayer se miraba en el espejo retrovisor impactada por lo bien que le quedaban las esmeraldas. De todos modos no permanecerían mucho tiempo en sus manos, ya tenían comprador asignado.



      Unas semanas antes la "dama" había pedido un turno con el psiquiatra Fagundez. Actuando desesperación le contó que su marido sufría una molesta patología que lo llevaba a creer que todo el mundo le debía dinero. Esto le había traído problemas con su familia y convertido su vida social en insostenible. El doctor entonces, luego de la entrevista, le manifestó que si bien no era muy común alguna bibliografía hacía referencia a conductas por el estilo y que así como los paranoicos creían que todo el mundo los perseguía el caso de su marido tenía algún punto de contacto con esto. Le pidió entonces que consignara algunos comportamientos determinados, que hiciera con la mayor discreción posible algunas averiguaciones familiares y que volviera la semana próxima. En la siguiente visita llegaron a la conclusión de que lo único que provocaría algún avance en el caso sería una entrevista personal del psiquiatra con el enfermo. Cuando salió del consultorio y se encontró con la asistente del médico a fin de agendar una nueva consulta, se preocupó por averiguar el nombre de la secretaria: Martha.

El resto es solo unir estos últimos datos revelados con el inicio de la historia.

      Hace algunos años quien esto escribe tuvo la oportunidad de charlar durante la Feria del Libro de Buenos Aires con Alberto Thaler autor del libro titulado casualmente "Los Cuentos del Tío". Hoy es un material casi inconseguible pero si tienen la oportunidad de que alguien se los preste o cosa similar no dejen pasar la chance de leerlo. Es un material divertido, agradable y de muy fácil lectura.

      Thaler me contaba en esa ocasión sobre la dificultad de encontrar material documental al respecto ya que los museos y archivos policiales sobre criminalística son de acceso restringido. Así como hay un tipo que hurga en ellos para encontrar material para un libro, otro busca inspiración para cometer un delito de guante blanco. La charla con el autor fue por demás agradable y la terminó con una frase con la que vamos a cerrar la presente nota. Dice Alberto Thaler que "el tío" tiene un pequeño cuadro sobre la cabecera de su cama que dice:

"Todos los días nace un estúpido. La cuestión es encontrarlo"

Que anden bien
















domingo, 10 de mayo de 2015

Preferir la vida al honor. El caso de La Rosales

      Hombres de letras y de ciencias, los miembros del blog tienen un gran respeto por el mar. Es que grandes obras literarias han tenido al océano como protagonista, o sus autores han sido marineros. De la misma manera los viajes por mar han contribuido grandemente a la ciencia, aportando descubrimientos, transportando de un lado al otro nuevas ideas o utilizando y mejorando disciplinas existentes como la astronomía, la trigonometría o la geografía. El viaje por mar tiene también sus costados románticos que los modernos vuelos han hecho desvanecer en manos de la velocidad. La prolongación de las travesías, los peligros de las tempestades, las malas condiciones de alojamiento durante los viajes, las privaciones y carencias a las que los marinos se ven sometidos le dan tono heroico a casi todo desplazamiento oceánico. Varios miembros del staff han pasado por esas experiencias por diversas motivaciones: sed de aventuras, amores, placer u oportuno escape de la  justicia.

      Es por eso que varias veces, habanos y cognac mediante las charlas frente a la imponente estufa del salón principal tienen a las travesías marinas como tópico dominante. En ocasiones alguno de los eruditos relata un viaje que sirvió para olvidar un amor imposible. En otras el relato se refiere a tifones y tormentas que han puesto en riesgo sus vidas y el lego tendrá dificultades para comprender completamente la historia si no está habituado a los términos jarcias, trinquete, cofa o vergas (con el debido respeto a las damas presentes). Cierta vez la charla se convirtió en discusión debido a que algunos postulaban que el marino regular (a diferencia de los piratas, corsarios y demás delincuentes marinos) tenía un acrisolado sentido del honor y la disciplina sin la cual la actividad sería imposible de ser llevada adelante. Otro grupo, menos numeroso por cierto, postulaba que si bien había marinos honorables, también los había canallas como en cualquier otra actividad humana.


      Quien llevaba la voz cantante en el segundo grupo, un geólogo calvo y menudo, ponía como ejemplo del comportamiento canallesco al caso de La Rosales una torpedera de la Armada Argentina hundida en 1892. La conversación fue subiendo de tono y si no llegó a mayores fue por la oportuna aparición de una de las novicias con una botella de Holunderblüeteliqueur, un licor de flores de sauco fabricado artesanalmente por la hermana Helga. La camaradería ganó la partida pero el acalorado tono de la discusión previa impidió que los acontecimientos relatados en torno al naufragio mencionado y más aún, el supuesto comportamiento reprobable de los marinos a bordo quedaran claros. Es por eso que el presente post de Bombilla Tapada relatará los acontecimientos que rodearon al naufragio de la torpedera mencionada y tratará de echar luz sobre el tema, seguramente sin éxito.

Gemela de La Rosales: Espora
      Se acercaba el 12 de octubre de 1892 y España se aprestaba para celebrar los 400 años del Descubrimiento de América. Argentina envía una delegación oficial para el desfile naval que iba a realizarse durante los festejos compuesta por el acorazado Almirante Brown, el crucero 25 de Mayo y la torpedera La Rosales. El 7 de julio de ese año el Presidente de la Nación Don Carlos Pellegrini pasa revista y despide a los 3 buques que zarpan rumbo a España. 


      Ya a la madrugada del día siguiente las cosas no pintaban del todo bien. Los vientos provocaban olas de hasta 9 metros que bamboleaban a la torpedera a escasas 200 millas de la costa. Para las 6 de la mañana el Almirante Brown pierde contacto visual con La Rosales. Su capitán (el de la Almirante Brown) cree que el de la Rosales ha puesto proa nuevamente hacia Buenos Aires y sigue adelante rumbo a Europa. La realidad era que la torpedera hacía lo que podía contra la tempestad, que era bastante poco. Al anochecer choca contra una roca que no figuraba en las cartas de navegación. El agua que barría constantemente la cubierta, junto con la que empieza a ingresar por la abolladura del casco terminan apagando las calderas de las máquinas del buque. Para el 9 de julio la situación era dramática. Los oficiales se reúnen en consejo y deciden abandonar el barco. La torpedera La Rosales contaba con dos lanchas de salvamento con capacidad para unos 10 a 12 hombres cada una, un bote a cargo del comandante con disposición para 6 a 8 hombres y un chinchorro (del tamaño de los que se usan en las lagunas para pescar) con capacidad solo para 4. Con mucha buena voluntad podían rescatarse unas 35 personas. El problema era que la tripulación de La Rosales excedía las 70 personas.

Faro de Cabo Polonio
      El 11 de julio a las 19:30 las olas destrozan lo que queda de la única lancha que arribó a la costa contra los arrecifes de Punta Diablo desde la que se podía divisar el faro de Cabo Polonio. El alférez Julián Irizar (mas tarde Vicealmirante Irizar) en mejor forma física acaso por su juventud, se ofrece para caminar hasta el faro y pedir auxilio. De los más de 70 tripulantes sobreviven sólo 19....todos oficiales. Inmediatamente la prensa (literalmente La Prensa y La Nación) comienza a conjeturar sobre aspectos poco claros del naufragio. A todas luces no cabían todos en los 4 botes salvavidas. ¿Se construyó una balsa? ¿Por que todos los oficiales superiores embarcaron en la misma lancha? ¿El buque se había hundido efectivamente al abandonarlo el capitán o aún flotaba? ¿Se comportaron los oficiales con honor y valor o solo intentaron salvar sus pellejos a costa de la vida de los tripulantes "inferiores"? 

Carlos Pellegrini
      El 15 de julio los sobrevivientes arribaron a Buenos Aires y quedaron detenidos e incomunicados. Dos días más tarde retorna a puerto una expedición de un remolcador uruguayo llamado Emperor que partió a la zona en busca de posibles sobrevivientes. No solo no encontró a nadie sino que no encontró ni un solo vestigio que pudiera abonar la historia de la balsa que supuestamente se había construido, a decir de los oficiales, para salvar a los tripulantes que no cabían en los botes. Ni un listón, ni una tabla, nada que pudiera servir como prueba. La Armada dispuso el enjuiciamiento de toda la oficialidad tripulante de La Rosales y designó al Capitán de Fragata Jorge Hobson Lowry hombre de justificada fama de rectitud y severidad como fiscal acusador. Luego de algunas demoras debido al inoportuno fallecimiento del Contralmirante Cordero, Jede de Estado Mayor de la Armada, en setiembre de 1892 comienzan las diligencias del juicio. Hobson Lowry se muestra enérgico al ordenar viarias medidas de prueba pero la Armada se mueve con velocidad paquidérmica. Carlos Pellegrini, en honor a su cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en tanto Presidente de la Nación, pide el expediente para leerlo. El diario La Nación comienza a sembrar serias dudas en la opinión pública sobre la versión oficial de los hechos. Hábilmente el fiscal formula preguntas que provocan contradicciones entre los oficiales. ¿A que hora fue reunido el consejo de oficiales para decidir la evacuación del buque? El comandante de la nave Capitán de Fragata Leopoldo Funes  respondió que a las 5 de la tarde mientras que su segundo, Teniente de Navío Jorge Victorica sostenía que tal cosa había ocurrido a las 6. La diferencia de una hora en la apreciación de uno y otro hombre en semejantes condiciones extremas es entendible. Pero luego 3 oficiales indican que el horario de la asamblea fue a las 4, un alférez sostiene que a las 3, un maquinista de apellido Vilavoy a la una de la tarde y para finalizar el alférez Goulú declara que tal reunión se llevó adelante a las 4 de la mañana. En la cabeza del fiscal se formaba con fuerza la idea de que no había habido ningún consejo de oficiales.

      La supuesta balsa fue también motivo de interés por parte de Hobson. La versión oficial indicaba que el Capitán Funes había instruido al Teniente Victorica para que dirigiera la construcción de una balsa. Consultados los acusados ninguno coincidió al respecto de los materiales utilizados (que palos o mástiles se habían dispuesto como largueros o con qué se los había revestido) a la cantidad de hombres que pretendieron salvarse flotando sobre ella (los números varían tanto como 24 o 7) o el sistema usado para botar la balsa; es decir cómo la bajaron al agua desde la cubierta de la torpedera. Dentro de la misma versión oficial, la balsa fue atada a una de las lanchas pero en algún momento el cabo se soltó y quedó a la deriva perdiéndose de vista. Ni uno solo de los consultados dice haber visto con sus propios ojos la balsa armada y flotando. De modo que el tema de la balsa tiene para el fiscal el mismo valor que el caso del horario de la asamblea. Todo igual de falso.

Monitor El Plata
      Pero si alguna cosa le faltaba a esta historia para agregarle un poco más de sordidez la policía detiene en una cervecería a un italiano, un tal Pascual Battaglia que trabajaba ahí de cocinero. ¿Por que lo detienen? Por desertor. ¿De donde desertó?  Del monitor El Plata un barco artillado de la Armada en el que era maquinista ¿Y que tiene que ver Battaglia con todo esto? Pascual Battaglia había sido uno de los maquinistas de La Rosales al momento del naufragio. Cuando llegó a la costa lo detuvieron junto con los demás pero a diferencia de los oficiales que fueron conducidos a juicio, Battaglia fue embarcado nuevamente. Según sus palabras, la Armada lo había sacado de sus listas y no le pagaba el sueldo por lo que se escapó del barco y se buscó un medio de vida. Battaglia declaró que la balsa nunca existió y que al momento de abordar las lanchas el Capitán Funes ordenó al contramaestre, el alférez Giralt, a que encerrara al resto de los tripulantes en la bodega del barco a punta de pistola. Cuando Giralt intentó subir a la lancha para ocupar su lugar entre los salvados, el mismo Funes se lo impidió de un tiro. Pascual Battaglia saltó oportunamente del barco cuando la lancha partía y se agarró fuertemente de la borda salvándose de ese modo.

      El Capitán Jorge Hobson Lowry desarrolló una acusación lapidaria. Los oficiales, contra todos los códigos de honor de las Fuerzas Armadas habían abandonado al resto de los tripulantes a su suerte. Habían mentido sobre la construcción de la balsa. El capitán había abandonado el barco mientras este se hallaba a flote. Según pudo recoger el fiscal de varios testimonios, el comandante en los momentos iniciales de la zozobra ordenó repartir raciones inusualmente grandes de alcohol entre la tropa. En principio para entonar el espíritu en la adversidad pero luego las raciones continuaron repitiéndose de modo que, a decir de Hobson Lowry varios fueron encerrados en las bodegas del barco en total estado de inconciencia. En su mayoría reclutas oriundos de la provincia de Córdoba sin experiencia previa (ni posterior, por cierto) en viajes marítimos. En definitiva, el Capitán Jorge Hobson Lowry acusaba al Capitán Leopoldo Funes de haber abandonado tanto al barco como a la tripulación, y de haber dejado el navío mientras éste flotaba aún, con marineros dentro, cuando los códigos militares indican que en una situación así, el capitán ha de ser la última persona en abandonar el barco. Continuaba Hobson, por si ya no fuera suficiente, que todo esto había sido hecho con premeditación y astucia abusando tanto de la confianza que su tropa depositó en él como de la autoridad que el Estado le había conferido. Pedía entonces lisa y llanamente el fusilamiento para Funes. Diez años de prisión para su segundo, otros diez para un oficial que se declaró falsamente enfermo para no hacerse cargo de otro de los botes y seis años para los restantes oficiales sobrevivientes.

Manuel García Mansilla
      El Capitán de Fragata Manuel García Mansilla tomó la defensa de todos los acusados. Su alegato se basó en que si bien había discrepancias entre los testimonios de los acusados en cuanto a cantidades, medidas y horarios, estas podían fácilmente atribuirse al nerviosismo de la situación y no a la falsedad. Por otra parte, sostuvo Mansilla, buques más grandes que La Rosales se han ido a pique durante tormentas como la del 9 de julio sin que nadie dude de la honorabilidad de su tripulación. Pero el defensor tenía una carta más para jugar frente al tribunal. Hobson Lowry tenía una historia consistente pero solo basada en indicios. No había ninguna prueba material de que lo que él relataba sea lo que efectivamente había pasado y por lo tanto el tribunal debía absolver a todos en beneficio de la duda.

      Y eso fue lo que ocurrió. El tribunal absolvió a los acusados y rápidamente la Armada archivó la causa. Nadie quiso volver a hablar del tema.

Rompehielos Irizar
      El único de los sobrevivientes que tuvo una carrera descollante en la Armada Argentina fue Julián Irizar, quien como contamos más arriba tuvo una carrera destacada y hoy mismo un rompehielos afectado a la campaña antártica lleva su nombre. El resto fue pasando rápidamente a retiro y sus nombres olvidados sin pena ni gloria. Nadie puede tener certezas sobre lo que pasó porque como bien dijo Mansilla en su alegato, pruebas, lo que se dice pruebas, no hubo.


      De cualquier manera si alguna duda cupo sobre la honorabilidad de ciertos hombres de mar, la Armada Argentina tuvo todas las posibilidades de despejarlas participando activamente de los sangrientos golpes de estado de 1955 y particularmente del de 1976 donde quedó clara que la suposición de que una persona es honorable por el sólo hecho de ser marino pertenece únicamente al terreno del mito

Que anden bien.