(Ficción histórica. Basada en hechos reales)
Cirene
era una ciudad griega. En realidad era una colonia griega en territorio de la
actual Libia. Hace muchos años, allí por el 276 antes de Cristo, nació un niño
al que le pusieron el espantoso nombre de Eratóstenes. Parece que el tipo era
bocha inteligente. Tanto que en sus años mozos supo dirigir la famosísima
Biblioteca de Alejandría. Para los que no sepan porqué era tan famosa la
biblioteca en cuestión parece ser que todos los barcos que atracaban en su puerto
debían permitir que se hiciera una copia de los libros, manuscritos y rollos
que llevara a bordo. Llegó a almacenar unos 900.000 volúmenes y después se
incendió (o la incendiaron, uno nunca sabe). Obvio que no le iban a dar
semejante puesto a cualquier gil lo que demuestra que Eratóstenes era un tipo
muy inteligente.
La
cosa es que no se sabe si por una apuesta, por fanfarronear o por contar con
tiempo disponible, al tipo se le metió la idea de calcular cuanto medía (y
mide) la Tierra. O
sea, cuanto mide una vuelta al mundo. Noten que más de 200 años antes de Cristo
ya sabían que la Tierra era redonda contra
la falsa versión del Billiken que sostiene que en la época de Colón se dudaba
al respecto.
Un
día le dijo a su amigo Arquímedes (es posta, eran amigos en serio)
-
A que me mido la Tierra
-
¿Y como vas a hacer? – le preguntó Arquímedes.
-
Ya vas a ver – respondió, misterioso, Eratóstenes.
El bueno de
Eratóstenes sabía que el día del inicio del verano (en el hemisferio norte el
21 de junio) al mediodía en la ciudad de Siena en Egipto las cosas no hacían
sombra. Es más, como no se había inventado el cine, los Smartphones ni las
revistas de la farándula, una de las diversiones de los habitantes de la actual
Asuan (que es como se llama hoy la ciudad) se entretenían al mediodía viendo
como por única vez en el año, el fondo de los pozos, sean de la profundidad que
sean, estaban iluminados por los rayos solares.
Esto era una
de las cosas que sabia Eratóstenes. Lo otro que sabía (entre tantas otras
cosas) era la distancia entre Siena y Alejandría, donde él ejercía su puesto de
Director de la biblioteca. Según las caravanas que recorrían habitualmente
el camino entre ambas ciudades la distancia entre ambas era de 5.000 estadios.
El estadio era una medida griega que casualmente era lo que medía un estadio
griego. Unos 185 metros
actuales. Don Eratóstenes necesitaba sólo un dato más para mandarse el cálculo
que lo hizo famoso (bah, mas o menos famoso. Seguramente mucha más gente conoce
a Susana Gimenez que a Eratóstenes. Así estamos). La herramienta determinante
para realizar la proeza intelectual fue….un palo. Eratóstenes agarró un palo,
lo clavó vertical en el piso de Alejandría y midió el ángulo que formaba el
palo y su sombra. Le dio 7º 12´.
Si Uds. o yo contáramos
con estos datos ¿Qué hubiéramos hecho? Probablemente nada. La diferencia es que
Eratóstenes tenía una mente formidable y nosotros (sin desmerecer a nadie) no.
Nuestro héroe intelectual se planteó lo siguiente:
-
Todos sabemos que una circunferencia – dijo en
conferencia de prensa luego – tiene 360º. Entonces, si 7º representan 5.000
estadios. 360º serán X
Y X en este caso son 252.000 estadios.
Traducido a nuestras medidas actuales 39.614 km
Ahora bien.
Hoy tenemos satélites, fotografías aéreas, GPS y otras linduras. Mediante estos
sistemas la circunferencia polar aceptada es de 40.008 km . Les ahorro las
cuentas. El error de Eratóstenes fue de menos del 1%.
Nada. Quería
contarles la historia de lo que puede hacerse con unos datos, un palo y fundamentalmente
un cerebro.
Que anden
bien.
La genialidad está en hacer cosas grosas con poco y nada (no, no hablo de Mc Guiver). Un palo y una regla de tres...
ResponderEliminarHablando de palos y soles, es un lindo divertimento (sobretodo bastante económico) hacer un reloj de sol con un palo. Lo aprendí en mi ñoña época de explorador. Más que la hora, sirve para poder orientarse respecto de los puntos cardinales (hace falta un reloj). Con unos 30 minutos de grabar en el suelo el recorrido del sol, uno ya se manda una brújula casera. Buen ejercicio matemático y para repasar nociones geográficas. Justamente los pueblos de la antigüedad salieron con esas genialidades, genialidades tales que lo hacen decir a uno (parándose en un extremo) "inventaron todo". Advertencia: abstenerse de hacerlo con hijos facilmente aburribles o novias que prefieren explorar sus genitales antes que ejercitar el marulo.
Muy Bueno Guillermo!muy interesante y bien Narrado. Te dejo mi otro blog (que tal vez te interese más que el de mis horrendas producciones literarias) esta dedicado a la mitología y el genero fantástico elduendehp.blogspot.com Saludos!
ResponderEliminarMe suscribí a ambos.
ResponderEliminarPues sí, ahí radica la diferencia, en la genialidad. A veces duele saberse entre la mediocridad...
ResponderEliminarSaludos,